Creación

Ground Truth

¿Quién tiene el derecho de habitar la tierra? ¿El que llega primero? ¿El que la hereda a través de un continuum ancestral? Por medio del registro y de diversas herramientas digitales, “Ground Truth” construye el testimonio de la desposesión y destrucción que enfrentan los habitantes del desierto del Neguev a manos de las autoridades e instituciones judiciales israelíes. Bajo la tutela de Ariel Caine, miembro investigador de Forensic Architecture, las ruinas de un pueblo arrasado, los pozos y cuevas, las cañadas y plantaciones se reconstruyen para conservar la memoria y el arraigo de una comunidad desplazada por la fuerza del Estado.

Desde una altura de un kilómetro sobre el suelo, visto a través de Google Earth, patrones con forma de huellas digitales cubren el terreno donde se supone que se ubica la villa de al-Araqib (“colinas suaves entre arroyos”, en árabe). Similar a un mapa achurado de inicios del siglo XIX, las finas líneas curvas circundan la forma de las colinas. Al hacer zoom en el límite de la imagen satelital de DigitalGlobe en Google Earth, con fecha del 6 de junio de 2015, las líneas pixeladas aparecen con un matiz un tanto mayor.

A 400 metros de altura se pueden discernir variaciones de grosor y vacíos intermitentes en estos patrones que podrían ser excavaciones. Puntos más oscuros: árboles que arrojan tonos más oscuros. Líneas más brillantes: caminos de terracería que cruzan el terreno se desprenden de la ruta 40 que conduce al norte desde la Ciudad de Beersheba. A la mitad de ese camino, entre las intersecciones de Goral y Lehavim, surge hacia la izquierda una pequeña carretera pavimentada que conduce a las plantaciones forestales y, en última instancia, a un área sin cultivar de un tono de pixeles más brillante. Es difícil distinguir el cementerio al-Turi en este mosaico borroso de pixeles blancos, cafés y verde oscuro. Una imagen aérea más vieja del cementerio mostraba una cerca alrededor del recinto, pero sus rastros apenas son visibles. Al otro lado del borde sur quedan huellas de cultivos en pequeña escala. Es imposible ver si hay algo plantado o si está creciendo. Una línea de árboles crecidos marca el borde oriental del cementerio. Aplico el zoom a 1.5 km sobre el suelo para tener una vista panorámica del área. El cementerio parece una isla sin marcar en el medio de trabajos de agrimensura y un bosque que se expande.

El 27 de julio de 2010, trabajadores y maquinaria pesada —escoltados por cerca de mil policías— llegaron a la villa de al-Araqib. Al mediodía, la villa estaba enteramente demolida, todos los árboles habían sido arrancados de raíz y todas las estructuras arrasadas. Las autoridades dejaron a cerca de 400 residentes sin alternativas de alojamiento.

Por la tarde, los residentes reconstruyeron lo que pudieron de sus casas por primera vez. Hasta la redacción de este texto, contamos 140 ciclos de demolición y reconstrucción de lo que queda de al-Araqib, que ahora se reduce a apenas una docena de residentes de la familia Abu Medigam —parte de la familia al-Turi, más grande— que viven en condiciones extremadamente difíciles dentro de los confines de las tumbas de sus propios ancestros en el cementerio al-Turi. El jefe de familia, el sheikh Sayach al-Turi, cumple actualmente una condena de diez meses de prisión por invadir la propiedad de su propia tierra ancestral.

Han pasado 68 años de que se iniciara un proceso lento pero constante de transformación de la tierra, que gradualmente ha arrastrado a la opacidad toda huella de la presencia beduina en al-Araqib. Este fenómeno es notorio particularmente en al-Araqib y en el Naqab en general. Los árboles jóvenes que se describen arriba pertenecen al bosque Mishmar HaNeguev, cuyo nombre deriva de un kibutz judío cercano y significa “guardia del Neguev”. Forma parte de una serie de proyectos de reforestación que encabezan el Fondo Nacional Judío (FNJ) y la Autoridad de Tierras de Israel, y que se extiende a lo largo de la frontera norte del Desierto del Neguev/Naqab.[1]

Desde el bosque de Yatir en el este, hasta el de Be’eri en el oeste, estos bosques son planeados y plantados en un esfuerzo por montar dos líneas de defensa siamesas. Una es contra los procesos de desertificación. La otra se extiende de la Franja Gaza en el oeste hasta la línea de cese al fuego en Cisjordania, contra una continuidad de la presencia Palestina que amenaza con dividir la soberanía judía israelí de norte a sur. Lo que resulta excepcional de esta franja de reforestación no es su justificación ecológica o el efecto buscado, sino que un papel fundamental en su conformación depende del desplazamiento y la erosión por una impostura “verde” de la presencia y herencia beduina palestina en esos territorios. Por medio de este uso invertido de la reforestación amigable con el ambiente, el Fondo Nacional Judío y el Estado israelí están cambiando irrevocablemente las condiciones fundamentales de la tierra, evitando así las posibilidades futuras para que un proceso jurídico y el discurso público sigan su curso.

Entre las décadas de los cincuenta y los setenta, Israel desarrolló una política territorial con respecto a los beduinos del Neguev al promulgar la Ley de Adquisición de Tierras 5713/1953[2] y la Ley de Propiedad de Ausentes 5710/1950,[3] que dio pie a un proceso gradual de nacionalización de las tierras. Este proceso, que describen Oren Yiftachel, Sandi Kedar y Ahmad Amara como la Doctrina del Neguev Muerto, era en cierta manera una versión israelí del Terra Nullius de la colonia británica, que clasificó toda la región del Neguev como mawat: tierra muerta y sin propietario, lo que por tanto la convertía en “Tierra del Estado”.[4] Toda presencia beduina fuera de las ciudades y pueblos específicamente designados —y que se construyeron en las décadas de los cincuenta y sesenta— se consideró ilegal. En la actualidad, aproximadamente cien mil familias beduinas, poco menos de la mitad de su población total en el Naqab, residen en 36 villas no reconocidas; el resto de la población reside en asentamientos que el Estado sí considera legales. Muchas de estas comunidades se sitúan en sus propias tierras ancestrales, que anteceden a la fundación del Estado; sin embargo, viven en una condición de extrema precariedad. Sin presencia en ningún mapa, están desconectados de todos los servicios básicos, como drenaje, electricidad, servicios de salud y educación.

La transformación y el borrado en la tierra por medio de la reforestación se complementa con el borrado de la imagen aérea y del mapa. Si durante el periodo otomano y británico, así como a inicios del periodo sionista, los mapas y la agrimensura registraron la presencia beduina en el territorio, las afiliaciones tribales, su presencia y su uso de suelo, en las décadas posteriores a que la Autoridad de Tierras de Israel estableciera este nuevo código territorial, literalmente los han borrado del mapa, salvo por los siete pueblos designados. Adicionalmente, a instancias de Israel, todas las imágenes satelitales comerciales de Israel y Palestina fueron degradadas por motivos de “seguridad”.[5] Así, además de su desaparición de todos los mapas y la destrucción física de su territorio, cualquier vestigio arquitectónico y arqueológico de la ocupación beduina fue oscurecido por pixelación de imágenes en cualquier servicio norteamericano de cartografía y teledetección como Google, Bing y Apple. Mientras que para el público general la presencia pública beduina es oscurecida, son estrictamente vigilados por medio de drones de teledetección que buscan construcciones nuevas, así como por patrullajes regulares y agrimensores en tierra.[6]

Figura 1: (arriba) cementerio al-Turi visto en la plataforma Ground Truth. Forensic Architecture, 2016.

 

Figura 2: (abajo) cementerio al-Turi visto en Google Earth, 2017.

Durante las últimas seis décadas, la recopilación de imágenes, agrimensura, cartografía, nivelación del terreno y reforestación han jugado un papel central en la expropiación y actual eliminación de la tierra beduina. Esta forma tecnoprofesional de violencia continúa una historia colonial mucho más profunda, cuyo alcance no puede abarcar este artículo; sin embargo, me gustaría enfatizar un punto de cambio: si hasta hace poco el objetivo de la agrimensura por imágenes era comprimir el volumen geográfico en características superficiales, la década pasada vio un rápido impulso hacia la introducción de volumen calculable en los mecanismos de la producción misma de imágenes. La agrimensura y la captación de imágenes del volumen del entorno se volvieron parte de los procesos de terraformación, lo que transforma unilateral e irrevocablemente el paisaje beduino en disputa. Por lo tanto, la intervención (material, política y legal) en este sistema multifacético también exige una intervención en los tipos de medios disponibles, en sus modos de interconexión, en las formas de conocimiento que generan, y en el entendimiento del tiempo, movimiento y la conexión con el espacio y el territorio.

Figura 3: ubicación de la villa beduina no reconocida de al-Araqib, Google Earth, 2017.

En enero de 2016, Forensic Architecture, Zochrot y PublicLab iniciaron un proyecto comunitario de cartografía en asociación con las familias al-Turi y al-Uqbi, residentes de al-Araqib. Al expandir la metodología básica de PublicLab de instrumentos científicos caseros (DIY) distribuidos a nivel global y aumentarla con tecnologías avanzadas de visualización de datos y procesos de fotogrametría para reconstrucción superficial, nuestro taller y sondeo fotográfico buscaron verter luz de modo cívico. A partir de lo anterior pudimos producir imágenes aéreas actualizadas y precisas de los restos materiales de la vida de los beduinos en el área antes de que desaparezca.

En ese momento comenzó la primera iniciativa de cartografía por papalote en las ruinas de la villa demolida de al-Araqib. El primer intento de cartografía por papalote basada en fotogrametría que realizamos Hagit Keysar, los niños de la villa y yo, se enfocó en el cementerio al-Turi desde las alturas, mientras nuestras botas estaban en tierra. Cartografiar el terreno y escanearlo mientras se recorre es un proceso sumamente íntimo y, a la vez, misterioso y especulativo, por el cual se forma simultáneamente una observación imparcial, una transcodificación virtual y el conocimiento vivido de un lugar. Simultáneamente también existe —todo el tiempo— la descomposición, los vacíos, los glitches y la distancia del modelo, la imagen y el terreno real.

Dado que el resto de al-Araqib hacía mucho que había sido demolido, únicamente cartografiamos el perímetro del cementerio, pues es el último vestigio en pie y funcional de lo que fuera la villa.

En un vistazo rápido de la imagen aérea que tomaron los papalotes podemos notar las huellas del movimiento de los bulldozers en la superficie de la tierra. Una rasura en el suelo, que termina con los restos de una estructura demolida, revela una demolición reciente. Las marcas de rasuras más viejas en el suelo, con sus propios conjuntos de residuos materiales en desintegración, muestran claramente el proceso recurrente de destrucción y zumud (“constancia”, en árabe); el grado de vegetación joven que ha crecido en ellos permite deducir que son huertos viejos. En esta tierra semiárida, cada fluctuación en la superficie afecta las condiciones microclimáticas que le rodean; así, un surco incrementa la capacidad de recolectar y contener humedad, lo que resulta en el crecimiento de vegetación en su interior.

En algunas imágenes podemos ver un patrón circular oscuro. Sobre el cementerio se distinguen claramente numerosos tipos de tumbas: en el centro, montículos poco profundos rodeados por piedras pequeñas marcan las tumbas más viejas que datan de principios del siglo XX, mientras que las tumbas de piedra con marcos de concreto son más recientes.

En el segundo día de trabajo de Ground Truth, Hagit y yo organizamos una pequeña presentación de materiales del mapeo aéreo del día anterior, y les pedimos a los residentes que comentaran las imágenes con post-its amarillos sobre las impresiones. Esta primera anotación y lectura cuidadosa de las imágenes junto a las familias formó un elemento constitutivo a partir del cual se desarrollaron el proyecto de Ground Truth y la plataforma Naqab.org.

Figura 4: anotaciones de los residentes de al-Araqib a las imágenes aéreas tomadas por papalotes. Las anotaciones marcan nombres de estructuras y propietarios de corrales, así como marcas de bulldozers en la tierra en el cementerio de al-Turi. Imágenes: Hagit Keysar y Ariel Caine.

Este breve artículo analiza la relación entre la agrimensura y el poder, y las maneras que la agrimensura y la fotografía han sido usadas por el Estado con la finalidad de garantizar su poder sobre la tierra. De manera más específica, después de la realización del proyecto Ground Truth, este texto examina la forma en que las comunidades pueden intervenir y llevar a cabo su propia agrimensura como una contramedida, con la finalidad de desafiar la soberanía a nivel del uso y la propiedad de la tierra.

 

Fotografía de rescate: al-Araqib

El 5 de enero de 1945, un avión de reconocimiento de la Real Fuerza Aérea (RAF) británica sobrevoló el norte del Neguev como parte de su inspección aérea de Palestina. Esa mañana, el vuelo número 13 abandonó Puerto Saíd y tomó una serie de imágenes topográficas cenitales desde una altitud de 15 mil pies. Cinco de estas imágenes capturaron al-Araqib y revelaron extensos cultivos beduinos en el área. Podemos ver casas de piedra, campos cultivados, corrales de animales, tiendas, terrazas y jardines. Al hacer una inspección más cuidadosa, podemos identificar granos más oscuros en la emulsión fotográfica, que marcan las aperturas de cisternas de agua y pozos. Estas imágenes, como otras anteriores que tomaran la RAF y la Fuerza Aérea alemana durante la Primera Guerra Mundial, tenían el propósito de estudiar la infraestructura y posiciones enemigas, pero involuntariamente nos dotaron con invaluable documentación de la forma y extensión de la presencia de los beduinos en la tierra antes del establecimiento del Estado de Israel en 1948. De manera más significativa, y contrario a las afirmaciones posteriores de que eran nómadas, podemos ver que habitaban en esa tierra de forma sedentaria.

Al comparar la imagen de la RAF de 1945 con una de 2017 del satélite Geo-Eye de Google Maps, podemos ver que la borradura de esta villa en el suelo (por medio del desplazamiento forzado, las obras de modificación de la tierra y la reforestación) se refleja en su retiro de la imagen. A pesar de que se siguen discutiendo los reclamos por estas tierras en la corte, el gobierno israelí está plantando una serie de bosques en estos terrenos, con lo que se borra o cubre la evidencia de la presencia pasada de los beduinos.

Las autoridades han usado drones en esta área para estudiar lo que consideran “construcción ilegal”, que prosigue a la demolición de las estructuras. Por nuestra parte, adoptamos la forma más sencilla de fotografía aérea disponible: los llamamos “satélites comunitarios”, hechos con papalotes, botellas de plástico, bandas elásticas y cámaras simples. El papalote —discreto y sobre todo incluyente— nos permitió tomar fotografías aéreas con y junto a las familias locales. Gracias al aprendizaje y colaboración con la activista e investigadora Hagit Keysar, organizadora de PublicLab, nos basamos en su metodología y las herramientas de fotografía aérea con papalotes[7] a fin de realizar un estudio en al-Araqib.

El trabajo de fotografía aérea, que llevaron a cabo miembros de la comunidad, se realizó mientras nuestros pies se mantenían firmemente en la tierra y recorríamos el terreno con la cámara en el papalote sobre nosotros. Producir la vista desde arriba junto con las comunidades no produce o reproduce “la mirada desde ningún lugar”: forma y mantiene una extensión directa de una visión experimentada y el conocimiento en tierra.

Los restos arquitectónicos históricos, como cisternas y pozos, están siendo oscurecidos, en ocasiones dañados, rellenados o secados como resultado directo de la reforestación y los trabajos que están transformando la topografía. A medida que el bosque avanza, rápidamente surge la necesidad de salvaguardar esta arqueología de los beduinos palestinos. De manera similar al proceso de la arqueología de rescate, que recopila datos y materiales arqueológicos de los sitios en riesgo de destrucción inminente, nuestro proyecto busca practicar una forma de fotografía de rescate por medio del registro espacial del entorno y sus rasgos arqueológicos distintivos.

Figura 5: (izquierda) arnés de botella de plástico para cámara, 2016.

 

Figura 6: (derecha) papalote equipado con cámara sobre la cisterna de Muhammad Ibn Salame al-Uqbi, Desierto del Neguev. La línea de retoños de árboles del FNJ puede verse claramente a la izquierda. Noviembre de 2016.

 

Zumud: lucha de residentes e incorporación de documentación visual

La documentación de la larga y continua lucha en al-Araqib ha estado a cargo, en mayor medida, de los propios residentes. Mujeres, niños y hombres han documentado todas y cada una de las demoliciones usando sus smartphones y cámaras de video, desde la destrucción a gran escala en 2010. A partir de aquella destrucción de la villa, las familias se abrieron aun más para recibir la presencia de los medios, cámaras y trabajos de agrimensura. Al colaborar con investigadores, activistas y diversas organizaciones no gubernamentales, registraron las continuas violaciones en los territorios en disputa y la expansión de los trabajos en el terreno, para marcar así la erosión de su existencia de la tierra.

Figura 7: Nuri al-Uqbi junto a su tienda de campaña de protesta [ISRAEL LE HA ROBADO LAS TIERRAS A LOS CIUDADANOS ÁRABES DEL NEGUEV] en al-Araqib. 4 de diciembre de 2009. Imagen: Umar al-Ghubari.

Figura 8: plano de la villa al-Araqib, explicado por Aziz al-Turi, mediante una imagen aérea de 2009. Un año más tarde, en junio de 2010, la villa completa fue demolida. Imagen: Ariel Caine.

Hoy en día no queda nada en esta área, ya cubierta por retoños de árboles. Al caminar por el terreno con Aziz o con Nuri, dos de los principales activistas en al-Araqib, buscamos con cada uno los restos de su existencia anterior y los fotomapeamos. Incluso en el terreno, con la asistencia de un mapa georreferenciado que marca los sitios beduinos que restan, es casi imposible encontrar algunos de los pozos, cisternas y ruinas. Algunos pozos aún tienen agua, pero los trabajadores del FNJ llenaron otros con arena y piedras. Muchas de las cisternas se secaron como resultado del represado del río al-Araqib o los cambios en la altura del terreno, lo que afecta el flujo del agua.

En la ubicación de cada uno de estos pozos o cuevas, enviamos una cámara que entró hasta donde nos fue posible al rotar y cambiar su posición. De esta manera, los sitios se registraron no solo desde arriba y a nivel de suelo, sino también desde adentro, lo que nos permitió producir una huella tridimensional de su estructura subterránea. Al entrar en nuestro tercer año de documentación y ante el avance del bosque, este registro arquitectónico subterráneo es visible cuando se mira desde debajo de la delgada “corteza” superficial de una nube de puntos 3D, invisible a nivel de suelo o desde arriba.

En una caminata con Aziz, mientras buscamos los pozos, cuevas y ruinas de las casas de piedra, continuamente consulta a su padre por teléfono, quien lo guía sobre cómo reconocer la ubicación. Aunque su conexión con la tierra dista de ser romántica o estática, se vincula intrincadamente a una experiencia vivida de estar en la tierra, incorporada desde hace mucho. En este sentido, la rápida reforestación y el desplazamiento —como dicen directamente— no solo están borrando su existencia pasada y presente, su herencia, sino que también socava radicalmente su capacidad para orientarse en su tierra ancestral o incluso reconocerla.

Figura 9: al-Araqib 1945/2017 (imagen superpuesta de la fotografía aérea de la Real Fuerza Aérea y las nubes de puntos del “satélite comunitario”). Ariel Caine: Forensic Architecture/Aziz al-Turi/Nuri al-Uqbi/Debby Ferber: Zochrot / Hagit Keysar: PublicLab, 2017.

 

Constelaciones de datos espaciales

La naturaleza de la violencia —ya sea territorial o histórico-cultural— no puede superarse meramente con una mejor visibilidad. La destrucción de imágenes, documentos, arqueología y paisaje sucede en condiciones tridimensionales y mediante muchas constelaciones desconectadas de datos (tanto análogos como digitales). Lo que hoy nos proporciona una historia de 150 años de intensos mapeos y fotografía aérea es un repositorio material y de datos que, si se lee a contrapelo o se analiza bajo una óptica analítica distinta, por así decirlo, puede ayudarnos a revelar un vínculo diferente entre la historia de los beduinos y su presente en la región. Nuestros esfuerzos cartográficos buscan aprovechar la fotografía en sus formas nuevas para operar dentro de estas condiciones espaciales. En suma, convertimos nuestro sondeo aéreo del área en un entorno tridimensional navegable por medio de la fotogrametría, un proceso que produce nubes de puntos: unidades fotográficas que flotan en una imagen-espacio tridimensional.

A nivel de materialidad de la imagen digital, la transformación ocurre de la imagen al entorno, de la documentación o representación del espacio a una transcodificación de volumen en imagen espacial operativa. En términos de genealogía, nos trasladamos del grano en la emulsión de haluro de plata al pixel, y de ahí a la nube de puntos y a un espacio arquitectónico transcodificado y calculado. En la nube de puntos, las imaginaciones maquínicas forman realismos granulares. Pero no nos quedamos en este espacio computacional calculable: este cambia de nuevo y se convierte en catalizador de la memoria, reconstrucción, narración, navegación y testimonio. Se está convirtiendo en la entidad de una imagen espacial por medio de la cual las relaciones acumuladas de otras imágenes y sus espacios correspondientes pueden ser negociadas y entendidas de forma diferente.

Figura 10: baika (casa de piedra) y cueva en Ibn Bari, al-Araqib (imagen superpuesta de nube de puntos y ubicaciones de cámara). Ariel Caine: Forensic Architecture, 2017.

La fotografía espacial, como la llamo,[8] ahora hace físicamente lo que conceptualmente se atribuía a la fotografía de superficies planas:[9] disolver la frontera del marco e indagar en él. Para leer una imagen plana, se analiza con los propios ojos y luego se recorre el paisaje para establecer lo que se denomina “realidad del terreno”, o ground truth.[10] Pero ahora estamos en el punto (en tiempo y tecnología) en el que existe la necesidad de recorrer también la imagen. Las imágenes no son solo una ayuda de navegación, sino que la navegación se está convirtiendo en un prerrequisito fundamental de la imagen espacial. En la nube de puntos, un pixel plano se transcodifica en un punto digital: autónomo pero conectado, geoetiquetado y con marcas de tiempo. Hay un sentido combinado de datos duros y un mundo ajeno o ultraterreno: una translucidez e hiperrealidad en este realismo granular. Fotografiamos los pozos, las casas de piedra y el terreno. Una nube de puntos fotográfica crea una topografía fotográfica. La fotografía es un espacio arquitectónico.

 

Ground Truth: la Plataforma Naqab

El siguiente es un extracto de un testimonio de Aziz al-Turi, activista beduino y actual residente de al-Araqib, durante el sondeo aéreo de Ground Truth realizado el 5 de diciembre de 2016:[11]

Figura 11: Aziz al-Turi junto a un pozo que bloqueó el FNJ, durante una sesión de mapeo aéreo. 5 de diciembre de 2016. Imágenes: Hagit Keysar.

—¿Puedes decir de quién es este pozo?, ¿y qué le sucedió?

—Este harabeh[12] le pertenece a Ali Ahmad al-Juwabr al-Turi. KAKAL[13] llenó el harabeh con tierra.

—¿Por qué construiste esta banda de concreto alrededor del pozo?

—Para poder verlo y reconocerlo.

—Pero ¿cómo puedes usarlo después de que KAKAL lo llenó con tierra?

—No podemos usarlo, pero queremos conservarlo. Para que la gente vea exactamente lo que está haciendo KAKAL. Podemos ver cómo las terrazas que construyó KAKAL evitan que el agua fluya a este harabeh, y al siguiente, y a todos los otros pozos que le siguen. Año tras año el bosque borra estos pozos. Ahora… KAKAL quiere ocultar todos los lugares, y los recursos que les pertenecen a las familias que son dueñas de estas tierras. Justo al este de este pozo había un árbol. Casi era el único árbol en el área, y lo arrancaron de raíz… Ahí [apunta con el dedo] solía haber un wadi [valle], ahora ya no se puede reconocer ese wadi. Las terrazas de KAKAL destruyeron toda la evidencia. Aquí había un terreno de piedra: vinieron con un bulldozer y lo retiraron. Aquí había un árbol de un beduino, y lo arrancaron de raíz.

Figura 12: (izquierda) fotografía por globo de las terrazas y reforestación del FNJ (KAKAL) en el área de al-Araqib.

 

Figura 13: (derecha) foto en tierra del pozo visto en la toma aérea de la siguiente figura. 5 de diciembre de 2016. Imágenes: Hagit Keysar.

 

Figura 14: fotografía por globo de las tierras en el área de al-Araqib. En la esquina inferior izquierda puede verse la estructura redonda de un pozo; a un costado, las sombras humanas de los dos cartógrafos DIY que sostienen el cordel del globo. 5 de diciembre de 2016. Imagen: Hagit Keysar.

—¿La borradura que crean daña tu capacidad para reconocer el área?

—Cuando veo el árbol, sé que este es el punto donde puedo encontrar el pozo hacia el oeste. Si no hay un árbol, me confundo y no encuentro el pozo. Hoy muchas personas no pueden reconocer los límites de sus propias tierras. Todos los signos se basan en la naturaleza: una colina, tierra pedregosa, wadi, árbol. Destruyeron todos estos rasgos naturales y la gente no conoce sus propias tierras. Solo pueden estimar porque hoy todo se ve igual, todo se parece. Solo hay terrazas y árboles que plantó KAKAL. Así que todo lo que sintieron y vieron, eso con lo que vivieron en el pasado, ahora no pueden encontrarlo, y es confuso. Esa es la base para las prácticas de KAKAL… Destruyen las relaciones entre el beduino y su propiedad, su tierra, su cultura, su historia. En los medios dicen que están haciendo reverdecer el Neguev para que el desierto florezca. Al contrario: arruinan la belleza del desierto, porque yo, el beduino, lo he cultivado. Planté higueras, planté algarrobos, planté chícharos, con mis propias manos trabajé y cultivé la tierra. ¿Quién les enseñó cómo construir esas terrazas? Nosotros, los beduinos.

En el curso de varias expediciones fotográficas entre enero de 2016 y agosto de 2018, colectivamente produjimos una serie de conjuntos de datos de documentación gráfica que abarcan la mayor parte del área histórica de al-Araqib. Desde los interiores de los pozos y las cuevas para almacenar grano, hasta cementerios y casas. A lo largo de regiones enteras, en su mayoría ahora cubiertas por los retoños de árboles del FNJ, registramos un relato detallado de las características superficiales.

Con la implementación de software de fotogrametría, procesamos decenas de miles de imágenes que se transcodificaron en nubes de puntos tridimensionales por procesos computacionales de triangulación y la transformada de funciones de escala invariante (SIFT, por su sigla en inglés). En el curso de dos años, los conjuntos de imágenes se dividieron de acuerdo con las regiones, fechas y características individuales arquitectónicas y del terreno. Después se procesaron con algoritmos de Structure from Motion (SfM) y reconstrucción, a fin de calcular las características superficiales y, con ello, reproducir la posición de cada cámara en el espacio por ingeniería inversa. Gracias a cinco paquetes diferentes, que incluían software comercial y de código abierto, probé qué algoritmos funcionaban mejor con los materiales de origen bajo diversas condiciones: algunos eran más adecuados para las secuencias de imágenes de las caminatas por el territorio, otro funcionaba mejor para las imágenes aéreas de los papalotes y un tercero era adecuado para combinar los escaneos en tierra y aéreos de las ruinas arquitectónicas. Posteriormente se combinaron numerosas nubes de puntos individuales en un único archivo de terreno compuesto por más de mil millones de puntos.

La información de GPS derivada de los metadatos de cada archivo se usó para posicionarlo en el terreno de la nube de puntos, lo que nos permite no solo ver la imagen en su contexto espacial y cronológico, sino también —por primera vez— en relación con el volumen y la topografía del espacio. Adicionalmente, incorporamos a la plataforma testimonios gráficos, en audio y video.

Figura 16: vista de la plataforma Naqab.org. Imagen: Forensic Architecture, 2016.

En nuestra primera iteración de la plataforma Naqab,[14] formamos una infraestructura que reúne los archivos existentes, nuestro sondeo dirigido por la comunidad y testimonio situado. Con este fin, hemos trabajado para crear una plataforma de mapeo con sistemas de información geográfica que opera en un entorno tridimensional. Un archivo en constante desarrollo de miles de imágenes que datan de antes del siglo XIX y llega hasta la actualidad —para el cual contribuyeron residentes, activistas e investigadores— nos proporciona un atisbo de los procesos de destrucción y reconstrucción. Forensic Architecture se suma aquí al proceso existente de resistencia documental que iniciaron las familias, quienes por varios años han documentado por propia cuenta su lucha, así como su vínculo con activistas y los medios. En el camino, en cada ubicación se registraron testimonios en audio y video, mediciones y puntos de control de geolocalización. Registramos los significados, tanto materiales como vividos, de esta violenta transformación de la tierra.

En Ground Truth[15] llevamos a cabo una forma de práctica fotográfica que es difusa, colaborativa, múltiple y arquitectónica. Un palimpsesto volumétrico en el que el espacio, la imagen, la navegación y el testimonio colapsan. Esto nos permite desafiar los umbrales preexistentes de visibilidad y participación cívica, y “abrirnos paso” en las condiciones actuales de colonización visual y política.

 

Traducción: Oliver Davidson

 

 

[1] “Naqab” es el nombre árabe para el Desierto del Neguev. A pesar de que el nombre se usa como parte de una oposición al término hebreo, el nombre mismo Naqab es refutado como una suerte de nueva invención colonial dado que aparece solo durante el dominio británico para denotar esta región. Las familias beduinas de la región de Beersheba solían asociarse como “Urban al-Saba”, los árabes de Beersheba. Para más información: Mansour Nasasra, “The Ongoing Judaisation of the Naqab and the Struggle for Recognising the Indigenous Rights of the Arab Bedouin People”, Settler Colonial Studies 2, nº 1, enero 2012, pp. 81–107. Disponible en: https://doi.org/10.1080/2201473X.2012.10648827

[2] “Las Acquisition (Validation of Acts and Compensation) Law, 5713-1953”, disponible en: https://jewishvoiceforpeace.org/wp-content/uploads/2016/06/Israeli-Land-Acquisition-Law-1953.pdf

[3] “Absentees’ Property Law, 5710—1950”, disponible en: https://knesset.gov.il/review/data/eng/law/kns1_property_eng.pdf

[4] Ahmad Amara, Ismael Abu-Saad y Oren Yiftachel, (eds.). Indigenous (in)Justice: Human Rights Law and Bedouin Arabs in the Naqab/Negev, Programa de Derechos Humanos de la Escuela de Leyes de Harvard, Cambridge, Massachusetts, 2012.

[5] “Texto de H.R. 3230 (104ª): Ley de Autorización de Defensa Nacional para el Año Fiscal 1997 (Versión aprobada por el Congreso)”, GovTrack.us, disponible en: https://www.govtrack.us/congres/bills/104/hr3230/text Fecha de consulta: 18 de diciembre de 2017.

[6] Desde 2016, Regavim, una ONG de derecha, ha operado una unidad de drones en Israel y Cisjordania para monitorear lo que consideran construcción ilegal e invasión de tierras estatales por parte de palestinos y beduinos. Esta utilización de sistemas de teledetección y de información geográfica forma parte de una batalla legal y activista en favor del control judío sobre el territorio de Israel. Ver: “Regavim Advocacy Project”. About Regavim, disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=nPZlASGmZBk Fecha de consulta: 31 de enero de 2019.

[7] “Public Lab: Shell Gulf of Mexico Oil Spill”, disponible en: https://publiclab.org/wiki/shell-gulf-of-mexico-oil-spill Fecha de consulta: 18 de diciembre de 2017.

[8] Mi tesis doctoral sobre la condición ontológica de la imagen espacial estuvo programada para abril de 2019 a través del Centro para la Arquitectura de Investigación, Departamento de Cultura Visual, Goldsmiths, Universidad de Londres.

[9] Jens Schröter, 3D (edición revisada), Bloomsbury Academic, Nueva York, 2014.

[10] Utilizado principalmente en estadística y sistemas de información geográfica, el término “ground truth” refiere a la comprobación empírica de un conjunto de datos inferidos. El título del proyecto, Ground Truth, de Forensic Architecture, remite no solo a este uso técnico, sino también a su traducción literal (“verdad de la tierra”) y su sentido figurado (una verdad fundamental). (N. del T.)

[11] El estudio y la entrevista fueron realizados por Hagit Keysar y Debby Farber junto con Aziz al-Turi.

[12] Término palestino-beduino para una fosa en la tierra cuya finalidad es recolectar agua de lluvia.

[13] Siglas en hebreo (“Keren Kayemet LeYisrael”) del Fondo Nacional Judío.

[14] “Ground Truth”, Forensic Architecture, http://naqab.org/ (consultado el 18 de diciembre de 2017).

[15] “Destruction and Return in Al-araqib”, Forensic Architecture, disponible en: http://www.forensic-architecture.org/case/ground-truth/ (consultado el 18 de diciembre de 2017).