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Inmanencias, de cuerpo a cuerpo: acechos

 

I. La creación es ciega. La creación es sonora

Mientras espero que regrese la luz, se consume la vela. Un hombre despliega su ira contra un Oxxo porque lo obligan a portar un cubrebocas y él se niega: atraviesa la puerta con su auto. Radiante, las nuevas modelos en las páginas de una revista parisina de moda, muestran los barbijos que evitan el paso del virus en boca y nariz. A punto de acabarse el pabilo y no llega la luz. Han abierto las puertas del espacio de Telefónica en Madrid, sólo se puede reservar para asistir presencialmente a la muestra de Bill Viola. 20 años de videos, de su forma de mirar el mundo. No habrá muestra digital, sólo dos videos de un minuto descargables en línea. Cierre de ojos, apertura de oído y capas donde se escucha una pelea marital, el taladrado de los vecinos que no cesa por las mañanas, la numeralia de muerte del día, los millones de euros, dólares, pesos argentinos, mexicanos que ha costado la pandemia, el doblez de una sábana en la profunda madrugada, el hervor de un estofado de pollo con zanahorias, aceitunas, cebollitas cambray caramelizadas y hierbas finas (especialmente la sutil salvia toma al caldo por asalto), la voz de una comentarista de política que crispa hasta el tuétano por su tono agudo, sermones y politiquería discursiva, el levísimo movimiento del esplenio de un hombre que se rasca la cabeza, la succión, para que llegue a profundidad a los alvéolos, de un joven de tez apiñonada y ojos entrecerrados, de un cigarrillo de hachís. El mundo aparece con claridad asombrosa, la humanidad y sus miserias son la sinfonía más terrible, y bella. Bajo el silencio de las 4:00 AM las lecciones obtenidas a partir del canto estacional del mirlo primaveral toman sentido.

 

[El mirlo primavera caza a ras de suelo, corretea unos pasos, se detiene en seco. En pastizales altos salta o vuela a baja altura, impulsado por fuertes y lentos aletazos. Los mirlos primavera suelen detenerse inmóviles en el suelo y con la cabeza inclinada. Escuchan. Estas aves, a veces se pelean por lombrices que recién han cazado. En el otoño y el invierno, los mirlos se juntan a dormir en grandes bandadas, y pasan mucho más tiempo en los árboles. En la primavera, los machos seducen a las hembras con su canto, levantando y abriendo las plumas de sus colas, batiendo sus alas, inflando sus cuellos de rayas blancas. En la primavera, cuando las parejas se forman, se puede ver al macho y a la hembra acercarse mutuamente mientras mantienen sus picos completamente abiertos y en contacto. Los mirlos primavera vuelan rápido, derecho, y con fuerza].

 

La vela es, como en El Zohar, una llama que susurra: todo sonido es un fuego que habla y arde de vida en su titubeo.

 

 

II. La idea de futuro, un monstruo de los (no) recuerdos

Martes por la noche. Una llamada. El padre de mi hija habla para decirme que la veía con gripe y que la había sentido con fiebre. A la mañana siguiente se quedó en casa. La noticia de la cuarentena se dio esa mañana. Desde entonces no ha pisado la escuela de manera presencial. Gripe común dijo el médico.

Insistente, el miedo ya brotaba en la mirada de los otros, en la sospecha de la enfermedad. Desde entonces las horas y los días, los meses y las noches. Ella ha sobrellevado el encierro como los niños lo hacen, entre juegos, proyectos (ahora hace mermeladas bajo la frase, “Sabores rústicos para almas sagradas”), desesperanza, enojo y días de incertidumbre ante el futuro. ¿Habrá mundo cuando tenga 30 años?, me pregunta.

El miedo, lo desconocido, los primeros casos, los síntomas, los remedios mágicos, los caseros, las medicinas “milagrosas”, los memes, los gifs, los obituarios, la señalética urbana del distanciamiento y la sanidad, los conocidos que dieron positivo, los familiares, la sobremesa infinita con la conversación infinita sobre el tema, las rupturas amorosas, la violencia en la habitación, en la casa familiar, las crónicas sobre las crónicas de las crónicas que dan cuenta de los tiempos que corren, la mutilación de los mensajes, las frases hilvanadas entre el ruido mediático, las vacunas en ciernes, los playlists de los amigos músicos, la madre sosteniendo su hijo enfermo de covid-19 al nacer. El discurso de gobernantes, presidentas, rabinos, reinas, líderes sindicales, jefas de familia, un padre en su lecho de muerte.  El mensaje yace escondido en la cosa.

 

 

[“El archivo es la base de lo que se puede decir en el futuro sobre el presente cuando se haya convertido en el pasado”, Aleida Assmann].

 

 

III. Esos breves destellos de belleza, esos instantes

Mientras pasan los días, los ajos negros, el tomillo se han convertido en grandes aliados. Mientras calan las muertes y en las calles en la madrugada rugen los autos en arrancones a velocidades impetuosas. Mientras se desintegran los recuerdos de materialidades simbólicas de conocimiento, como los libros, y la digitalidad todo lo devora. Mientras las nuevas tecnologías posibilitan archivar como si guardásemos la información incesante en la caja de Pandora y lo que falta es encontrar el punto de equilibrio entre recordarlo todo y olvidarlo todo. Mientras el teatro de las derivas posibles que llamamos realidad se resquebraja en llanto, miseria y sobrevivencia, y en posibles atardeceres que cambian la forma en que conocemos el amor y las formas del amor. Mientras escribo este texto y quiero callar y sonreírle a mi hija al tiempo que le acaricio el cabello y le digo que sí, sí habrá mundo cuando ella tenga 30 años. Mientras regresa a mí ese crepúsculo en Praga donde vi a la mujer más bella de la Tierra junto a un amigo poeta que no podía cerrar la boca de asombro. Mientras estallan las calles y las revoluciones se ejercen en casa y los dispositivos son armas de alto calibre. Mientras la llama devora el pabilo y las respiraciones se entrecortan y se apagan. Mientras el silencio consume los sonidos, las atrocidades, los big bangs, el silabeo último de los Oncas. Mientras haya aire, lengua, palabras y lenguaje, ahí, en ese mutilado pueblo de hablas babélicas que construyen torres y las demuelen y vuelven a construir, habrá un paisaje audible y formas que serán pensamiento, que será acto. Mientras se cubre de ceniza y tierra el nombre de esa mujer, tendremos a piel sus actos, su historia. De ahí devendremos, de ahí.

 

[“El mundo está bien, todo es normal y luego, bang, las deidades iracundas te dejan boquiabierto de alguna manera. Eso sucede de formas muy pequeñas y ocurre de formas muy grandes cuando hay una gran conflagración en el mundo. Es otro ciclo de existencia de los seres humanos”, Bill Viola].

 

 

Nota:

Este texto forma parte de Divisible corpóreo, una serie de acercamientos transdiscipilinares a la pandemia, sonidos de ésta pueden escucharse en: https://soundcloud.com/airelibrefm/920-divisible-indivisible-por-rocio-ceron o en: https://soundcloud.com/user-577018287/divisible-corporeo o verse/leerse aquí: https://www.instagram.com/laobservante/ o en  https://relatos-de-la-cuarentena.webnode.mx/l/divisible-corporeo/

 

La Bitácora del encierro es un proyecto de la UAM Cuajimalpa