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Nuestra vida después

Por primera vez, desde el 15 de marzo, se abre un horizonte.; mientras que un segundo mes de confinamiento nos mantiene conscientes de nuestra fragilidad. Entonces, con toda humildad, cabe preguntarse sobre nuestras vidas al día siguiente. ¿Qué guardaremos de esta sacudida íntima y colectiva? ¿Qué impacto puede dejar la pandemia en nuestra vida diaria?

Menos aviones, menos consumo, menos contaminación. Hemos experimentado la sobriedad forzada y a muchos nos gustaría ver en el día D la mutación ecológica. La reubicación de vidas, de servicios y de bienes que ya no obedecerán a la única ley del mercado mundial. Reencontrar el camino de lo conveniente, de los recursos limitados y de los productores locales puede cambiar nuestros reflejos de consumidores, siempre que los nuevos hábitos tengan tiempo de impregnar nuestras mentes para transformar lo colectivo.

Una misma salud para el hombre y el planeta. Un virus nos ha recordado la interdependencia de nuestros ecosistemas, del hombre y del animal, de las enfermedades y del medio ambiente. La supremacía humana ha experimentado un gran golpe. Respetar las leyes de la vida, cuidar del hombre y de la Tierra, de la economía y de la salud: el precio por el futuro de la vida será esta subversión espiritual.

Más lazos familiares, vecinales, de cooperación. Es la revelación más grande de la pandemia. Ante el miedo y lo indecible, los humanos se han descubierto solidarios. Los valores de cooperación y de cuidado del otro pueden tomar el control y llevar la imaginación —sobre todo de las jóvenes generaciones— al poder. Fondos de apoyo económico, préstamos de vivienda, distribución de alimentos y prioridad a los más vulnerables: la inteligencia ciudadana con la mejor tecnología muestra la manera de orientar la acción pública. No lo olvidemos…

La crisis ha revelado violentamente las preguntas y ha abierto una grieta. Nunca, como ahora, hemos probado el precio del instante presente, de la vida, de la fe. Somos conscientes de que nuestro tiempo está abierto. No es el tiempo para la indiferencia, ni el tiempo para los egoísmos, ni el tiempo para las divisiones. Ahora debemos asumir nuestra parte de libertad: elegir modificar nuestro destino quizá sea la verdadera lección del momento.

Salud, solidaridad, economía, ecología, religión… La crisis provocada por el Covid-19 afecta todas las dimensiones de nuestra vida. Y transforma nuestra relación con el mundo. ¿Construiremos uno mejor?

 

     Centro de Estudios Avanzados en Pensamiento Crítico (Barcelona) 

Palafrugell, 19 d’abril de 2020