El lenguaje genocida trascendió hace tiempo la dimensión que habita como meras palabras.
Las intenciones del gobierno israelí, donde el kahanismo se hizo del poder sosteniendo a la corrupta familia Netanyahu, son claras: la destrucción de la población palestina de Gaza es prioritaria para cumplir su delirio mesiánico.
Su dios no los perdonará por abusar de la memoria judía y por instrumentalizar el miedo en odio. Ojalá que la justicia y el orden que surgió tras la Segunda Guerra Mundial -lo poco que quede de ello- los alcancen algún día. Será posible sólo cuando el estruendo del silencio de la mayoría salga de su zona de interés. Sí: de la cómoda zona de interés que la Hasbará y sus jilgueros se encargan de iluminar día y noche para cegar de nuestros ojos las masacres en Gaza. Las luces se apagarán y el polvo de la muerte residirá en nuestras conciencias. Ni siquiera el segundo lugar en Europa será aliciente de nuestra derrota moral. (Propagandistas de la Hasbará: ¿cómo pueden dormir con tranquilidad?, ¿de verdad piensan que maquillando los hechos en Gaza están defendiendo a Israel? Los crímenes de Hamás del 7 de octubre de 2023 no justifican los crímenes que comete desde entonces el ejército israelí).
La masacre cotidiana de cientos de palestinos -infantes, mujeres y hombres- en nombre de lo judío y del sionismo debe cesar de inmediato.
Los bombardeos indiscriminados contra civiles y la hambruna impuesta son métodos de exterminio. El desplazamiento forzado es limpieza étnica. Así son asesinados miles de palestinos en una guerra que desde un inicio poco tenía que ver con defenderse del terrorismo de Hamás y mucho con una venganza de proporciones bíblicas que perdurará en la conciencia colectiva del pueblo judío. Sí, porque viviremos como pueblo Am Israel Hai y tarde que temprano nos volveremos a colocar frente al espejo para reconocer al Faraón del que nos hemos apropiado. Será condena nuestra resiliencia.
Esta guerra de venganza y destrucción -encabezada por criminales de guerra y de lesa humanidad que hablan en nombre de todo el pueblo judío- debe cesar de inmediato.
No habrá paz mientras la voz de un puñado de asesinos en el poder sea más fuerte que la de miles de judíos y palestinos que apuestan por un acuerdo vital que brinde seguridad, justicia e igualdad para todos, entre el río y el mar. ¡Ya es tiempo!, gritaron desde Yerushalaim/Al-Quds miles de activistas por la paz el 8 y 9 de mayo.
Pero el tiempo para la vida no llegará mientras presenciamos con pasividad el dictado para la muerte.