Ese planteamiento inicial se materializó en tres programas de extensión. Por una parte, los Certificados conjuntos, Excribir hoy y Leer hoy, escindidos entre los dos grandes procesos que atraviesan esa “práctica de la letra” que es la Literatura, como la concebía Jacques Lacan, y que nos permiten pensar tanto las escrituras literarias como los estudios que se desprenden de ellas, desde una perspectiva poscrítica —más allá del juicio y concentrada, como dirían Raúl Antelo o Javier Guerrero, en traer de nuevo a la vida los textos del archivo. Por otra parte, el Diplomado, Excribir hoy: encuentros de Łiteratura latinoamericana, que introduzco hoy entre nosotros. Desde el principio, este fue concebido como “suplementario”, en el sentido que le da Derrida al término, siguiendo de cerca a Lacan; es decir, como una suerte de “aun”, que significa paradójicamente “además” y “todavía”. El suplemento es ajeno a toda lógica de complementariedad entre opuestos totalizados, sino que suplanta su inconsistencia estructural y la pone, por ende, en evidencia. Para el Diplomado era fundamental, entonces, escuchar a los escritores y las escritoras que despliegan sus escrituras en el presente; e interrogar con ellos, entonces, la posibilidad de asumir el espacio movilizado y conmovido de la escritura literaria —“éxtimo y exiliado”, al decir de Cristina Moreiras, liminal y descentrado—, también como “excritura”. Esa “excritura”, dice Jean-Luc Nancy a partir de Bataille, refiere a lo Real —de la existencia, de lo vivo, del cuerpo— que pulsa irrepresentable en lo Simbólico: “inscribiendo significaciones, se excribe la presencia de eso que se retira de toda significación, el ser mismo (vida, pasión, materia)”.
Las escrituras/excrituras que nos convocan en esta zona de diálogos traslucen sus devenires evidentes, sus movilidades manifiestas y sus espacios de incertidumbre. ¿Qué Real desplazan? ¿Cómo se abren, además y todavía, a ese “afuera” que anida en sus entrañas? ¿Qué extranjería encarnan, qué cuerpos? Esas interrogantes pueden ser, quizá, un punto de partida.