Mi nombre es César Cabrera, soy enfermo de Hansen o lepra. Por mi problema de salud llegué a buscar ayuda en lo que ahora es el Hospital Dermatológico Gonzalo González. Vivo ahí desde hace ya 37 años. Una religiosa me dijo que escribiera algo mientras estaba recuperándome de mi salud, y yo hice poco caso. Pero la idea comenzó a dar vueltas en mi cabeza y comencé a escribir como un diario de mi vida. Como comenzó a aparecer la enfermedad desde que tenía unos 10 o 12 años de edad y las cosas más novedosas de mi vida. Ese material lo mandé a una imprenta y salió un libro de unas 120 páginas, las personas comenzaron a comprar el libro y decían que les gustaba lo que había escrito. Comencé a escribir las historias y relatos que yo escuchaba conversar a las personas que estaban antes conmigo en el hospital y lo que yo he ido conociendo en ese lugar antes llamado Leprocomio Verde Cruz.
En el año 1927 en que fue inaugurado, el enfermo llegaba, cruzaba las puertas del leprocomio y no volvía a salir. Ahí moría, y era sepultado en un cementerio que había en los mismos terrenos. Después de muchos años, poco a poco, le fueron permitiendo al enfermo que saliera a la calle o que le visitara la familia. En 1977 pasó a ser el hospital Gonzalo González. Luego, comienzan a dar ingreso a enfermos con otros padecimientos, ya no eran solo personas con Hansen. Con el avance de la medicina, en 1987 llegan nuevos medicamentos que detienen la enfermedad y curan al enfermo.
La doctora Beatriz Miranda y el señor Edgar Cortez empezaron a visitar el hospital en el 2014. Allí nos conocimos y leyeron uno de mis libros. Me preguntaron si quería ir con ellos a Colombia, a la ciudad de Agua de Dios, donde viven las personas afectadas por la enfermedad. Les dije que sí y viajé con ellos. Fuimos muy bien recibidos y nos llevaron a conocer los albergues donde las personas aún viven. Conocimos cuatro museos y más sitios históricos que tienen que ver con la enfermedad.
Entonces la doctora me propuso que hiciéramos un libro donde todos los compañeros y compañeras demos nuestros testimonios, que contáramos cómo hemos vivido. Dijimos que sí, que queríamos que sean conocidas nuestras historias. El señor Edgar Cortez nos entrevistó y cada uno contó su historia, lo bueno y lo malo.
En el 2015 se cerró el hospital dermatológico y los señores médicos dermatólogos se fueron, unos al hospital de Calderón, otros al Pablo Arturo Suárez, y otros se han jubilado. Los pabellones nuestros han sido ocupados por señores que tienen adicciones a las drogas y en los consultorios está funcionando un centro de salud. Nosotros somos 18 personas afectadas que vivimos aún ahí, unos por la edad, otros por la discapacidad.
Nosotros, quienes hemos sido enfermos de lepra, agradecemos a la doctora Miranda, al señor Cortez, a la Sasakawa Memorial Health Foundation, al señor Mayer y a todas las personas que han colaborado para la publicación de este libro. Las historias que están en él, queremos que sean leídas, conocidas por todo el mundo, porque nosotros no queremos quedar para la historia.