Actualidad

Desafíos ante la crisis

Un camino para comenzar

 

La gravedad de la actual crisis muestra la vulnerabilidad de la humanidad. Preocupa, angustia y desconcierta, pero al mismo tiempo debe, indefectiblemente, convocarnos a bregar para no dejarnos someter por el preconcepto paralizante de que no hay salida.

Salir del inmovilismo requiere, en primer lugar, reconocer que estamos ante una encrucijada con desafíos gigantescos y que debemos reaccionar y actuar en forma solidaria e inteligente para poder afrontarlos.

Ya es evidente que nos va a ir muy mal si hacemos frente a los enormes desafíos actuales como si todo siguiera de la misma forma, con un enfoque de la vida económica y social que dimensiona y justifica el “sálvese quien pueda”.

Ayer nos sorprendió el virus y sus consecuencias. Hoy no deben sorprendernos los efectos económicos y sociales de la crisis. Ya los conocemos. Tendremos que actuar para afrontarlos, y hacerlo sin titubeos.

Ante una encrucijada de tanta magnitud surge la pregunta: ¿cómo empezar?

El punto de partida debe ser, ineludiblemente, detectar en cada lugar y sin distinción de clases, privilegios o ámbito geográfico las múltiples y crecientes necesidades elementales insatisfechas en la población (alimentación, vivienda, trabajo, educación, atención de la salud, acceso a servicios básicos: energía, deporte, comunicación y agua potable).

 

Pobreza, necesidades y trabajo

La pobreza ya existía en el país en forma muy elevada antes del COVID-19. El panorama será mucho más severo si se verifica la previsión de que la cantidad de pobres tendería a aumentar significativamente

Aunque por supuesto los daños humanos son enormes e irreparables, las fuerzas productivas no están destruidas. Se debe partir de reconocer que hoy contamos potencialmente con medios de producción, recursos y tecnologías incomparablemente superiores a aquellos con los que atravesó la humanidad las anteriores pandemias. Es para ello indispensable revertir terminantemente los preconceptos interesados y prevenciones instalados contra el rol protagónico del Estado en la sociedad.

El eje central para abatir la pobreza y revertir la evidente tendencia creciente a la marginación, debe ser la inclusión a través del trabajo, la educación y la capacitación. Trabajo y techo para todos para salir de la pobreza.

El trabajo consiste en la acción de producir bienes y servicios para satisfacer necesidades de la sociedad. Este debe transformar y cuidar la sociedad y la naturaleza para mejorar la vida.

Para instrumentar el derecho al trabajo es necesario fomentar a través de la banca pública la creación y/o expansión de empresas, pymes, cooperativas, emprendimientos públicos-privados, comunitarios y familiares. Estos tendrán como objeto ofrecer los productos y servicios en condiciones alcanzables por los ingresos de la familia.

Existe un mercado potencial insatisfecho de los sectores en pobreza que no pueden acceder a bienes y servicios esenciales por no tener los ingresos suficientes. Y resulta evidente que existe una capacidad productiva potencial disponible para generar emprendimientos que produzcan bienes y servicios accesibles para todos, aun para aquellos que no están incluidos en los mercados ya existentes.

El circuito perverso de la caída de la actividad económica —mayor pobreza y marginalidad— puede únicamente romperse si se concibe que los emprendimientos que hoy no son rentables en términos de negocios deben ser igualmente ponderados por su rentabilidad social mensurable. La base de la política pública para el equilibrio social debe ser indagar, ayudar, capacitar e impulsar las innumerables alternativas de trabajo potenciales que surgen de las necesidades insatisfechas de la sociedad (especialmente de los sectores excluidos socialmente).

 

La pobreza no es un deseo

Ya es hora de terminar con los argumentos que hacen responsables a los propios pobres y/o a las asignaciones de emergencia. Es hora de evitar la estigmatización simplificadora y partir de la realidad. Debemos abandonar declamaciones vacuas sobre la pobreza reconociendo y actuando para su eliminación a través de la participación activa del Estado, la comunidad y de la enorme potencialidad de los propios damnificados asegurando el trabajo para todos.

Es sobre todo a nivel local, de los municipios, los barrios y las comunidades donde deben comprobarse y afrontarse la mayor parte de situaciones, problemas y necesidades. El objetivo de los nuevos emprendimientos sociales consiste en cubrir lo necesario para salir de la pobreza.

Liderado por las autoridades municipales, empoderado por el sistema científico y técnico nacional encabezado por las Universidades, será la propia comunidad local afectada por el drama y los efectos de la pobreza la que deberá asumir, coordinar y controlar los esfuerzos y los resultados medibles del aumento del trabajo y la disminución de la pobreza.

No se debe tratar más de planes generales ni de enunciados, sino de comenzar ya con una metodología viable, con posibilidades de concreción, con fondos existentes y capacidades locales utilizables.

 

Los pasos inmediatos con las capacidades que tenemos

La primera acción indispensable debe ser realizar el relevamiento de las necesidades concretas de la población vulnerable, identificando a la misma y a sus necesidades específicas, junto con demandas potenciales insatisfechas del conjunto de la población.

Son actividades a contemplar: la construcción y reparación de viviendas, cloacas, desagües, suministro de agua potable, el suministro de calor y frío, caminos, transportes, energías renovables locales, educación, atención de la salud, comunicaciones, producción de alimentos saludables y accesibles, acercamiento de la producción al consumo, agregado de valor y/o diferenciación de la producción local, disminución y tratamiento de residuos, atención a los adultos mayores y las personas con discapacidad. Todo aquello que surja de una investigación profunda.

Al mismo tiempo se relevan las capacidades: las empresas de producción y servicio, las cámaras empresarias, los sindicatos de trabajadores, organizaciones profesionales, el capital social constituido por cooperadoras mutuales, bibliotecas populares y organizaciones no gubernamentales, así como también los recursos naturales, locales y regionales.

Una manera de dar los primeros pasos posibles en la situación actual y poder generar resultados en un corto plazo podría ser por medio de un programa nacional en el que se convocara a participar a todos los gobiernos provinciales. El ámbito de ejecución y gestión esencial deberían sin duda ser los municipios, al ser el terreno concreto en que puede reconocerse cada trabajo creado, las limitaciones y las dificultades. Pensarlo nacionalmente y actuarlo localmente.

El Estado nacional debe jugar un rol central. Debe hacerlo a través de acciones e intervenciones enérgicas con herramientas a su disposición como ser, entre otras: la intervención directa y urgente del sistema financiero ante su sesgo especulativo y el corte de la cadena de pagos, en particular para las pymes (los pequeños emprendimientos), por la inaccesibilidad al crédito que imponen bancos privados; un ordenamiento tributario progresivo que combata privilegios y pondere proporcionalmente las mayores capacidades contributivas; la utilización del poder de compra pública en forma efectiva, eficiente y transparente que priorice en forma directa —y no a través de subcontratos de grandes grupos privilegiados— emprendimientos y empresas locales; la puesta a disposición prioritaria de capacidades y la coordinación de los organismos educativos, científicos y tecnológicos para un programa nacional de recuperación de la producción y del trabajo.

En forma inmediata es posible arrancar con el programa de “Articulación entre la Educación Técnica y el Desarrollo Local”.

La educación técnica agrega capacidad y creatividad para poder identificar soluciones a los problemas y necesidades tanto de las personas en sus hogares como de la actividad productiva y comunitaria. Es, nada más y nada menos, que brindar conocimientos que permitan emprender caminos viables por medio de la tecnología, la imaginación y un espíritu emprendedor social.

Es el sistema educativo el que garantiza los mayores impactos, extensión, reproductibilidad y arraigo del imprescindible cambio estructural, porque puede influir sobre la socialización básica de referencias, valores en los hogares y los afectos primarios.

La articulación entre educación técnica y ordenamiento territorial es fundamental. Es en el territorio donde las diversidades culturales y sociales dadas por la geografía y por la historia se establecen y se reproducen.

 

Concreción

Esta propuesta se centra en la inclusión y la valorización del trabajo a través de proyectos tecnológicos sociales. Comienza con el relevamiento y la comprensión de las problemáticas sociales y productivas de cada localidad, y la búsqueda de posibles soluciones de carácter tecnológico e instrumental para apoyar la posterior implementación de pequeños emprendimientos productivos.

La estructura del programa en la primera etapa se puede hacer a través de la determinación en provincia de áreas geográficas de uno o varios municipios con una población en torno a los cien mil habitantes (supongamos en San Juan, de 7 a 8 localidades), se selecciona una escuela técnica y se organizan talleres participativos con cinco sectores: profesores, alumnos, autoridades municipales, cooperativas, mutuales y organizaciones civiles (cámaras empresarias, sindicatos, ONG, etc.).

Se trata de movilizar 400 municipios y sus zonas de influencia de todas las provincias del país.

Los cinco grupos reunidos en conjunto establecen los acuerdos de las acciones prioritarias.

En esta primera etapa se planifica y se organiza la elaboración del diagnóstico. A partir de este se establecen prioridades y se analizan y proponen soluciones viables para las distintas problemáticas encontradas. Así se diseñan propuestas tecnológicas, se construyen prototipos y se promueven las diferentes actividades productivas definiendo el tipo de estructura y posibles modos de financiamiento.

El apoyo tecnológico debe ser brindado por organismos tecnológicos INTI, INTA, CONICET, universidades cuyas autoridades ya han manifestado inicialmente interés por esta iniciativa, aportando especialistas, brindando capacitación, diseño, organización y asesoramiento para las soluciones técnicas y organizativas.

Las escuelas técnicas construirán los prototipos, y las pymes —en conjunto con los municipios— definirán las formas de producción y financiamiento.

No hay duda de que cada municipio será un hervidero de acciones y articulaciones locales con apoyo provincial y nacional, generando ideas y transformándolas en emprendimientos concretos, necesarios, oportunos y realizables. Se desarrollará una coincidencia de objetivos que fueron consensuados por todos los sectores sociales y que, sumando voluntades, disfrutarán de cada trabajo generado y de cada familia rescatada de la pobreza.

La implementación de una estrategia de acción local como la planteada requiere de la articulación de muy diversos actores institucionales, sociales y económicos. Debe iniciarse indefectiblemente con la información imprescindible para contar con un diagnóstico real y no solo inferido y, a partir de este, generar y motorizar objetivos alcanzables por medio del compromiso y la difusión en la sociedad, para hacerlos realidad y no solo enunciarlos. A partir del acuerdo en cada provincia, la etapa siguiente debe ser la identificación de problemas, necesidades, capacidades y posibilidades de creación, recuperación, desarrollo de unidades productivas capaces de dar solución a las necesidades y absorber mano de obra generando trabajo.

El desarrollo de nuevas actividades requiere siempre una etapa de preparación. En un marco crítico como el que estamos atravesando el tiempo es escaso. Un enfoque de desarrollo local como el planteado exige, por lo tanto, comenzar a ser puesto en marcha sin demora si se aspira a lograr resultados lo antes posible.

Ya en lo inmediato, aun con los limitados recursos existentes, es posible en forma digital comenzar a acercar la convocatoria y solicitar la participación de los actores centrales: autoridades de los gobiernos provinciales, intendentes, directores de escuelas, técnicas, cooperativas, entidades de la comunidad; identificar funcionarios para ser facilitadores de los talleres futuros y transmitirles las consignas de los talleres. También es factible en forma virtual iniciar una primera ronda de detección de necesidades productivas y de servicio urgentes.

Este documento solo intenta ser un aporte al análisis y debate imprescindible de pasos y acciones racionales, viables, efectivas e inmediatas que es posible tomar por las autoridades y asumir por la sociedad ante una gigantesca emergencia.

Es claro que estas acciones se encuadran en la urgencia y conveniencia de adoptar medidas posibles en un ámbito local, sin dejar por ello de reconocer que la demostración de la vulnerabilidad económica y social generalizada requiere de políticas macroeconómicas nacionales generales y sectoriales, y esencialmente también de acuerdos y acciones de cooperación, entre los países de la región y a nivel mundial, inéditos e imprescindibles.

 

5 de mayo del 2020