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Eduardo Kingman y Teresa Cabrera Espinoza

 

Memoria e imaginación: ¿qué relación hay entre estos dos términos? El vínculo entre ellos parece, en principio, imposible: el ser humano crea imágenes utópicas para imaginar un mundo mejor, aquí la imaginación tiene una función proyectiva. Pero también la imaginación, en tanto facultad que consiste en hacer presente lo que está ausente, dialoga con el pasado. ¿Podemos imaginarnos cómo hubiera sido la sociedad mexicana hoy de no haber sucedido la Matanza de Tlatelolco en 1968? O más aún: ¿podemos imaginar cómo suena hoy el eco de las voces enmudecidas? Esta última expresión pertenece a Walter Benjamin, un autor que estuvo presente en todo momento en la mesa “Memoria e imaginación crítica”.
En la mesa se abordaron distintas cuestiones: no hay un “pasado exacto” y, por consiguiente, no hay una ciencia exacta del pasado; el pasado no es un stock fijo y está en constante movimiento; éste aparece ante nosotros a través de imágenes que están abiertas a nuevas lecturas. El pasado es objeto de citas: no sólo porque éste irrumpe relampagueantemente a través de imágenes citables, sino porque también hay –como decía Benjamin– una cita o un encuentro secreto entre las generaciones pretéritas y las del presente. Es dable tener un encuentro con los muertos, con esos seres remotos. ¿Es posible ese encuentro? La ficción de un encuentro de este tipo tiene una función política: interrogar críticamente nuestra sociedad, porque –como se planteó en la mesa– “sólo podemos entender lo que somos a partir del pasado”.