Memorias

Franco «Bifo» Berardi, Ana Hounie, Benjamín Mayer Foulkes y José Hamra Sassón

 

Texto de introducción de Ana Hounie:

Agradezco mucho a Benjamín Mayer Foulkes y a José Hamra Sassón por esta invitación a abrir la conversación con Franco Bifo Berardi hacia quien siento una profunda admiración. Y también agradezco a los caravaneros insurgentes de 17, Instituto de Estudios Críticos por permitirme formar parte de lo que podríamos llamar según el último libro de Franco: “Desertemos”, una comunidad de desesperados, sí desesperados de un lenguaje que viene siendo devastador sobre los cuerpos. Entonces allí, nos jugamos en la búsqueda de nuevos lugares donde los espacios de silencio diseñen nuevos ritmos. Y así acallar el ruido abrumador de la máquina mortal que nos consume, retirando las energías como estrategia para hacerla sucumbir. Y entonces respirar. Dejar respirar un cuerpo colectivo buscando “espacios de supervivencia y convivencia en los márgenes de un mundo que se desintegra rápidamente”. 

Cuando consideramos al texto como una forma de construcción con palabras que se desprenden y viven por sí solas; al develar sus escondrijos y empujarlas a su exilio, asistimos con nuestras lecturas a un retorno intempestivo que les permitirá hacer saltar por los aires los marcos en los que estaban aprisionadas. Por eso escuchar a Bifo es como una “bomba de oxígeno”. En su voz las palabras se agitan y quedan aletheiando. Y como las deja vibrando, entonces es imposible no escuchar sus resonancias.  

La conmoción de la energía social y su reconfiguración llama a la confianza en la sensibilidad y la imaginación, y ante todo, provoca una toma de posición. Este es un gesto nada sencillo pues implica “contar con todo aquello de lo que nos apartamos, el fuera-de-campo que existe detrás de nosotros” y que en gran parte, condiciona nuestro movimiento, por lo tanto nuestra posición”.[1]

Los movimientos de transformación, las mutaciones, migraciones y deserciones, forman parte de los atravesamientos de fronteras entre territorios que es necesario inventar. Alteración de geografías como las que supuso la vocación performativa del gesto del artista uruguayo Joaquín Torres García, cuando en 1936, de vuelta de Europa y de los Estados Unidos, puso el mapa al revés para tener una justa idea de nuestra posición (…) “La punta de América desde ahora, dice, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro Norte” y con esto el arte latinoamericano dio un grito de independencia por lo que el Mapa invertido simbolizó la afirmación de una cultura local en diálogo con el mundo”.[2] 

Hoy habitamos fantasmagóricamente un territorio estallado cuya configuración geopolítica muestra los vestigios de la violación, expropiación y tráfico ejecutado por los amos del mundo. En ese sentido, Bifo afirma: “No está claro qué es Occidente. En términos geográficos, Rusia no forma parte de él. En términos políticos, Occidente es el mundo libre que se opone a la autocracia. Es evidente que la geopolítica importa, y la política también. Pero lo que más parece importar es la pertenencia cultural al mundo cristiano, blanco e imperialista. Desde este punto de vista, Rusia es Occidente. Occidente es la tierra de la decadencia, la tierra del futuro que ahora declina. El futurismo ruso y el futurismo occidental tienen raíces diferentes, pero el mismo significado: la expansión. Y tienen el mismo destino: la decadencia que ni siquiera somos capaces de pensar, porque el culto a la expansión nos ciega, y nos impide darnos cuenta de que la expansión ha terminado, y Occidente se está extinguiendo. Occidente es Rusia, Norteamérica, y Europa: un mundo de ancianos que exorcizan la demencia con prótesis cognitivas y con inteligencia artificial, viejos que exorcizan la impotencia con proclamas de exterminio mutuo”. 

Qué imagen dolorosa y cuánta fuerza de verdad porta este decir, con algunas palabras que de algún modo ya había anticipado Bifo en la conferencia que dio en el ciclo Supervivencias del año anterior que se encuentra en el canal de youtube de 17 y por cuya riqueza de ideas múltiples he vuelto una y otra vez. Una riqueza nada capitalística (las ideas y el capital son de distinta estofa: Benjamin Franklin dijo una vez: “Si yo te doy una moneda a ti y tú me das una moneda a mí, cada uno de nosotros tendrá una moneda. Pero si tú me das una idea y yo te doy otra idea, entonces cada uno de nosotros tendrá dos ideas”).  

¡Y todas las que pueden nacer!, podemos agregar. De ahí la fibra sublevatoria del pensar juntos.  

Es en ese contexto que desertar representa un movimiento de máxima potencia, de máxima reafirmación. Será que como Bifo invita a pensar quizás nos toque “caminar como extraterrestres recién desembarcados en un planeta inexplorado provistos de nuevos mapas cognitivos y nuevas herramientas conceptuales para intentar cartografiarlo”… 

Por último, para concluir y dar lugar rápidamente a una palabra que tanto estamos esperando, me gustaría acercar una reflexión vinculada al valor que entiendo tiene escuchar a Bifo en nuestros días —y por supuesto la importancia de leerlo también (recomiendo especialmente la publicación online “il desertore”)— y me refiero a lo siguiente: “en un escrito de 1935 titulado 5 dificultades para escribir la verdad —texto inicialmente destinado a la difusión clandestina en la Alemania hitleriana—, Bertold Brecht afirma en sustancia que la dialéctica no es solo una cuestión de método: hace falta el valor de escribir la verdad, la inteligencia de considerar las situaciones más fecundas, el discernimiento para saber a quién confiar esta verdad, la astucia para difundirla y finalmente el arte de hacerla manejable como un arma”.[3] Y es precisamente todo eso jugado hasta la médula lo que define a quien nos disponemos a escuchar, ya con alegría, una emoción que jamás es solitaria sino compartida y por ende, fuente de toda conmoción transformadora. 

 

[1] Georges Didi-Huberman, en “Cuando las imágenes toman posición”

[2] 2 Graciela Speranza, en “Atlas portátil de América Latina. Arte y ficciones errantes”

[3] Tomado de los diarios de Bertolt Brecht, en DidiHuberman, citado en 1. De ahí la necesidad de interrogar “todas las cosas y todos los acontecimientos por lo que tienen de efímeros y variables. Los que mandan sienten una gran aversión hacia los cambios profundos. Quisieran que todo permaneciera igual, con preferencia miles de años. ¡Lo mejor sería que la luna se quedara quieta y el sol no siguiera ya su curso! Entonces nadie pasaría más hambre, ni tendría ganas de cenar. Cuando ellos han disparado, el adversario no tiene derecho a disparar; su disparo tiene que ser el último/…/ Con todo es posible por lo general, hacer frente a esta cháchara sobre el destino; se puede mostrar que el destino del hombre viene preparado por otros hombres”