Una narrativa es la historia que nos contamos. En una sociedad, es la forma en la que se entiende así misma y la proyección que tiene de la otredad. En un contexto de conflicto, las narrativas legitiman y reivindican posiciones propias como un instrumento de fortalecimiento ante el enemigo. En otras palabras, construyen a la par un rechazo a la otredad.
Acompañados de Esther Charabati, Marta Tawil, Nofret Hernández y Mario Schejtman discuten y modulan las bases de una cartografía por-venir que permitirá al proyecto Babélica identificar las narrativas que devienen en Tierra “Santa”. Tres disciplinas y miradas diferentes exponen elementos que entran en juego en la teoría y la práctica. En principio, coinciden en romper las hegemonías que tienden al binarismo y hablar de la pluralidad de narrativas que hay en cada una de las partes en conflicto (palestinas e israelíes, en plurales) para entender cómo los distintos actores implicados encuadran la realidad de Israel/Palestina. Desde una mirada crítica, la complejidad abre la posibilidad de reconocer narrativas que se multiplican, creando espacios de divergencias, pero también de convergencias.
Para cartografiar narrativas es necesario identificar a quienes las enuncian: actores políticos, sociales, económicos y culturales; a las instituciones y su relación con el/los poder/es. Un caso especial son los medios de difusión que tienden a ser juez y parte. Los contextos en los que se expresan las narrativas también deben ser identificados para poder sopesar los elementos que resuelven, transforman o perpetúan un conflicto.
El caso particular de los medios, además, permite dilucidar que las narrativas en Israel/Palestina se incrustan en la asimetría estructural que define a esta relación. En este sentido, nuevos actores mediáticos y, sobre todo, la irrupción de las redes sociales, abren una perspectiva casi impensable hace una década atrás: la posibilidad de encontrar narrativas que cuestionan a las hegemónicas que operan en función del poder político.
La ecología de medios, la visibilidad de narrativas no-hegemónicas y la multiplicación de actores que se hacen visibles en Israel/Palestina, nos permiten asegurar que Babélica promete ser un dispositivo cartográfico en construcción de largo aliento, con un objetivo que, a su vez, promete ser inacabable.