Conocí a Enrique el Dumbo Gracida Hoffman en la escuela primaria. En el capítulo “Recuerdos ecuestres” relato cómo nos conocimos y el inicio y transcurso de nuestra temprana amistad.
Enrique pertenece a la dinastía original de caballistas que formaban el Herradura, el invencible equipo nacional de polo que, en los años cuarenta, patrocinaba el general Manuel Ávila Camacho, entonces presidente de la República.
Los seis hermanos, José (Pepe), Guillermo (Memo), Alejandro (Cano), Gabriel (el Chino), Rubén (el Pato) y Enrique (el Dumbo) fueron extraordinarios caballistas. Todos, como jockeys, polistas, entrenadores, arrendadores y maestros, destacaron en el mundo ecuestre internacional. Cinco de ellos ya fallecieron; Enrique es el único que vive para contarnos su historia y la de su familia.
Después de no encontrarnos durante varias décadas, le propuse que, con sus propias palabras, me relatara, para dejarlo por escrito, cómo fue su vida de jockey, polista, entrenador de jinetes y arrendador de caballos, actor de cine, director de un club de polo, gerente de varias agencias distribuidoras de vehículos, galán, recluso (pero no convicto) y maestro de polo de un sultán y sus hijos. Le gustó la idea y aceptó de buena gana que nos reuniéramos una vez a la semana a conversar.
No pretendo ser el biógrafo de Enrique. El presente libro es solo la transcripción de una cándida conversación entre dos amigos de la tierna juventud que se reencontraron después de varias décadas.
Y aunque una entrevista es, en cierto modo, como una sesión con el psiquiatra o un corte de caja anticipado, con la sencillez de siempre, Enrique, el Dumbo Gracida amablemente respondió las preguntas acerca de todos los temas de nuestra plática.
Roberto Lara
(Nota: El último Gracida. Conversaciones con un caballista ha sido publicado por Editorial Diecisiete en la serie Habitaciones.)