En 17, Instituto de Estudios Críticos nos concebimos, en primer lugar, como una red de intercambio y colaboración. Tras muchos años de cultivarlo, más allá lo que pueda decirse acerca de él, nuestro ensamblaje ha demostrado su fecundidad por sus resultados. La estela de nuestro trabajo puede apreciarse en tres arenas: la producción de nuestros estudiantes y egresados, las aportaciones de las distintas Áreas y Divisiones del mismo, y las contribuciones del Instituto en su conjunto. Durante su formación, nuestros estudiantes y egresados maduran obras y proyectos que con mucha frecuencia son exhibidos, producidos y editados, dentro y fuera de México (las huellas de su fortalecimiento intelectual, creativo y de gestión en 17 pueden rastrearse hasta sus involucramientos muy posteriores). Por su parte, a lo largo de los años nuestros coordinadores de Áreas y Divisiones, han desarrollado muchos conceptos y propuestas valiosas a través de su quehacer como investigadores, formadores, curadores, editores y comunicadores. En cuanto al Instituto en su conjunto, simultáneo artífice y objeto de su propia experimentación crítica, sus aportes simultáneamente reflejan y potencian la vitalidad de su caravana – su comunidad interna y extendida.
Crítica instituyente
Nuestra economía
Desde 2001, 17, Instituto de Estudios Críticos ha mantenido la política de sostenerse autónomamente. Aunque ha recibido apoyos públicos, privados y fondos de cooperación para proyectos específicos, no depende de subsidios, inversionistas, ni fondos internacionales. De ahí que las aportaciones económicas de sus estudiantes (bajo la forma de donativos, extendidos a nuestra Asociación Civil) sean decisivas para asegurar la independencia intelectual del proyecto. Así debe sostenerse la crítica en una sociedad, pensamos: sin depender del Estado, del Mercado, ni de instancias orientadas por sus propias agendas. El reto es grande, ¿cómo lo logramos? En primer lugar, destacando entre nuestros participantes la importancia de la colaboración económica en la dimensión colectiva. En segundo lugar, ofreciendo diversos mecanismos para evitar que el dinero sea un obstáculo para quien desee formarse con nosotros. En tercer lugar, ofreciendo una serie de servicios que fortalecen nuestro quehacer. Hoy, además, instalamos el Ensamble Crítico, una alianza social y económica de alcance latinoamericano cuyo fin es fortalecer los sectores cultural, académico y social de nuestra región.
Nuestros estudiantes
Las, los, les estudiantes del Instituto tienen formaciones y trayectorias muy diversas, son de distintas edades y viven en diferentes ciudades y países — México, Colombia, Ecuador, Perú, Costa Rica, Chile, Argentina, Brasil, Estados Unidos, España. Su riqueza colectiva es la mayor fortaleza del Posgrado en Teoría Crítica. Inquietos, formados a menudo en dos o tres campos distintos, con intereses diversos –frecuentemente considerados «incompatibles» en otros entornos–, suelen sentirse interpelados por el panorama actual y abrevar en el pensamiento y la creación contemporánea en su búsqueda de respuestas y alternativas a la oscuridad del presente. Dada su singularidad, no nos referimos a ellos con el sustantivo «alumnos», sino solo con el verbo «estudiantes». Del mismo modo, son atendidos y entendidos de uno en uno en nuestros programas, seguimientos académicos y mecanismos administrativos. Por eso no formamos cuadros: promovemos rutas únicas a ser transitadas por ellos a través de nuestra siempre cambiante oferta formativa. Sumados a todos quienes siguen nuestras actividades de cerca o de lejos, nuestros estudiantes y egresados forman parte de la Caravana del Instituto, la comunidad que ha formado a lo largo de los años, enormemente diversa, móvil y en constante transformación…