Sobre la importancia de re-escribir poesía
Cuando escribí el primer bosquejo del poema “Pacté por mi Silla de Ruedas: Sueño de una vida anterior”, la primera versión decía: En mi vida anterior bailé tan fuerte y rápido que Dios me dijo “la próxima vez te daré una silla de ruedas. Así aprenderás a ver, a escuchar y a quedarte quieto. Aprenderás la paciencia”. Mi maestro de poesía me interrumpió preguntándome “¿Y desde cuándo bailar demasiado es una razón legítima para el castigo espiritual? No tienes cara de castigado. No hay suficiente remordimiento en ti para eso. Piensa en otra cosa. Re-visión significa volver a ver la visión de un poema de nuevo. Reescribir ese poema produjo en mí un big bang. Una gran explosión que todavía está sucediendo. El viaje para poder decir: “Yo pacté por mi silla de ruedas” y el reto de estar a la altura del pacto. De esa explosión, llegó esta vida, este libro, un libro, que como mi vida, todavía está escribiéndose. Afortunadamente nueve años después, está lejos de concluirse, lejos de ser definitiva. Pactamos por nuestras sillas de ruedas. Mientras hombres y mujeres en todo el mundo, simplemente por tener una discapacidad, sean vistos o se vean a sí mismos como niños eternos, incapaces de tener una vida sexual activa, una familia propia o un trabajo lucrativo, estos poemas altamente personales, no hablarán solo de mí. A pesar de tener una maravillosa madre y un maravilloso padre y una familia que cree en la imaginación, hubo una época en que la lástima me paralizó (a veces todavía me detiene), mucho más de lo que mi silla de ruedas lo hace. Conozco a otros que no han tenido tanta suerte. Sus “discapacidades” los han convertido en chivos expiatorios para la violencia verbal y física y los han aislado, confinándolos a la reclusión perpetua. Luchamos por la accesibilidad física. Una que en México apenas comienza a existir. Pero la accesibilidad no solo debe ocuparse del acceso físico a los edificios. También debe promover el acceso imaginativo a la exuberancia espiritual (la cual no necesita de rampas o complementos especiales para dejarnos entrar).
Poema de amor a mi silla de ruedas motorizada
Gordita, casi siempre te olvido.
Te quejas y rechinas.
Nuestro amor es rutinario
y mecánico.
Pero cuando te prendo
me acuerdo que te quiero
sobre todo sin frenos
desenfrenadamente
rodando conmigo
a altas velocidades.
Mi palanca de mando
vibra en tus manos
mientras chocamos
y marcamos el suelo.
Me esperas cada noche
para ponerte las pilas
y luego me das la Bien-Venida
chillando ¡Más! ¡Más! ¡Más!
Si no te doy
lo que buscas
tu peso podría
romperme los huesos.
Te encanta verme retorciéndome. Cuando quiero terminar
nuestra relación de una vez por todas
me vuelves a meter
adentro de ti.
¡Ay mi cielo siniestro!
¡Ay mi fiel servidora!
¡Ay mi dama eléctrica,
tienes los nervios de acero!
Poema Nudista
“Tócame,
recuérdame quien soy”
– Stanley Kunitz
Escribo para desvestirme,
para levantar los velos
que me separan de este mundo.
Desnudo,
mis cicatrices no son sólo
presagios de la muerte. Son caligrafías
que significan “estoy vivo.”
Dentro de mis células,
abejas alquimistas hacen miel
con los néctares oscuros de mi dolor.
Unas cuantas gotas de su veneno,
avivan mi sangre.
* *
Soy un cuerpo
que escribe y se atavía
con su propia piel. Pero esta piel
también es un velo.
Cuando me desvista
tan completamente
que conozca en carne propia
a la desnudez de la muerte
¿A qué cuerpo he de volver?
Desnudo pago tributo
a las manos zumbantes de Dios
que me vistieron para este mundo.
Ay que dulce y difícil de soportar
¡Es este striptease!