El acceso a herramientas de geoposicionamiento, mapas digitales en dispositivos móviles y capas de información incorporadas explica la imposibilidad actual (y relativamente reciente) de perderse en el mundo. Sin embargo, a la luz del creciente volumen de datos generados, el fenómeno encuentra un nuevo terreno: nos es cada vez más difícil situarnos en el mundo y dilucidar un sentido en un espectro de información (aunque no necesariamente conocimiento) que crece de forma exponencial, más allá de nuestra capacidad de comprensión y análisis. Este breve recorrido por las cartografías digitales apunta a un posible futuro a corto plazo: de manera similar a un espacio tetradimensional (aquel en el que los objetos de tres dimensiones no están constreñidos, sino envueltos y cruzados por el tiempo), enormes colecciones de datos ordenados propiciarán el surgimiento de un hiperespacio en el que todas las superficies encuentran un correlato digital capaz de ser leído e interpretado por algoritmos.