En su acepción más natural, el exiliado es un sujeto que ha sido desarraigado, expulsado de su tierra, de su lugar de origen. La propuesta de José Hamra es despolitizar el hecho del exilio. Una forma de hacerlo es abordar el exilio desde el Lenguaje/lengua(s) como una forma de simbolización. Así, Hamra busca recuperar (como replanteamiento) el significado de exilio como espacio —el espacio exiliar— donde se construye un lugar y, por ende, una subjetividad. En este sentido, la discusión versa sobre las distintas formas de estar en el exilio: a veces se vive como exiliado, a veces se habita como ser exiliante. El texto se dispone a recuperar una memoria silenciada pero transmitida a través y alrededor de un vestigio: un portaviandas que trae inscrito los exilios de otros.