Un dios ciego que crea soles

Uno de los más conocidos investigadores contemporáneos de la fotografía se detiene en Bavčar y da cuenta de su propuesta: “Victor Hugo, al escribir sobre la sordera de Beethoven, exclamó: ‘¡Parece que viéramos a un dios ciego crear soles!’ Podríamos transportar esta idea a la obra de Evgen Bavčar. Lo más admirable no es que logre hacer fotografías a la manera de los videntes, sino que nos enseña lo que puede ser la fotografía de un ciego. El desafío principal no reside en haber vencido la dificultad —por grande que esta sea—, el mérito está en revelarnos un universo visual nacido de la noche. En la obra de un fotógrafo ciego se suscita una correspondencia. Por un lado, está Evgen Bavčar que hace mucho tiempo no tiene acceso a nuestro entorno de luz y de formas; por el otro estamos nosotros que, frente a sus obras, al fin podemos conocer un universo desconocido y, sin embargo, presente”. 

Arqueología de los modos de ver

Bavčar ha hecho de su ceguera y su quehacer fotográfico un laboratorio para la indagación cartográfica de las gamas de la vista: “Las figuras míticas salidas de nuestra cultura grecorromana, como el Cíclope, Edipo, Ulises, Tiresias, Argos, nos revelan la historia de la mirada en sus formas más primitivas.” A la par, ha formulado nuevos modos de comprender la invidencia: “los ciegos son quienes se niegan a ver únicamente a través de lo unidimensional de la mirada y quienes creen en la necesidad mítica del pasaje por la ceguera para acceder a una nueva visión del mundo.”

No dejes de resistir al destino

En seguida un fragmento de “Le voyeur absolu” (Seuil, 1992), volumen en que el pionero de la fotografía de ciegos y ensayista esloveno propone algunos apuntes sobre su vida y su primera relación con la ceguera: “Yo tenía solo siete años cuando murió mi padre. El recuerdo más intenso que guardo de él es el de un fusil para niños que me fabricó, como para decirme: no dejes jamás de resistir al destino. Ignoraba aún que pertenecía a una pequeña nación amenazada por otros. ¿Cómo hubiera podido comprender entonces que sería lo mismo para mí y que me haría falta tanta energía para defender mi propia identidad?”.