Es imposible determinar su ubicación exacta en el cielo, pero pasan, a veces a ras del suelo, otras más allá de las crestas de las montañas, en distintas regiones del planeta. Sobre el bosque nuboso de Oxapampa, en la Ceja de selva peruana, también ocurren. Alrededor de 1992, alguien dio el nombre de “Ríos voladores” a esas masas de humedad semitransparentes -tan benéficas como mortales según su momento, lugar de aparición y volumen- que hasta ahora no han dejado de circular.