El término alemán Heim designa al hogar. No únicamente una casa, sino el espacio que constituye la acción de habitarlo, con todas sus implicaciones, por el sujeto, sus objetos, sus fantasías, sus obsesiones y sus deseos. El hogar es un universo personal que permanece habitado, incluso después de la muerte del individuo, pues en él pueden permanecer artefactos permeados de subjetividad. Emisarios de cosas abandonadas por los dioses es una exposición curada por la estadunidense Elena Filipovic en Estancia FEMSA-Casa Luis Barragán, que pretende viajar en el tiempo a un presente que el arquitecto nunca conoció para imaginar la casa llena de obras de arte de una nueva generación de artistas contemporáneos.
Las obras de arte, objetos y muebles que Barragán concibió para ella y que han permanecido ahí incluso después de su muerte, en 1988, han sido reemplazados temporalmente por sus equivalentes o “emisarios”, seleccionados de acuerdo a sus correspondencias formales y/o conceptuales, con los originales. Por ejemplo, una representación anónima de marfil de la Crucifixión de Cristo es reemplazada por una fotografía de un bebé afroamericano nacido muerto, obra de la fotógrafa Deana Lawson. Las piezas colocadas exactamente donde cada uno de los objetos fueron retirados produce un sentimiento de “inquietante extrañeza”, como Julia Kristeva se refiriere al binomio heimlich/unheimlich, con el que Freud describe la dinámica del inconsciente a través del concepto de lo familiar que, al mismo tiempo, permanece oculto en la penumbra y, por supuesto, de lo siniestro. Emisarios de cosas abandonadas por los dioses es una exposición que remite constantemente al sentimiento de lo extraño en lo familiar, sacando al espectador de su zona de confort dentro del hogar de un personaje emblemático que nos observa desde el desplazamiento físico y conceptual de su subjetividad.
Se puede visitar hasta el 15 de diciembre de 2019 en Estancia FEMSA-Casa Luis Barragán.
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