Hilda Tujillo, directora del Museo Frida Kahlo, recuerda: “Un lunes, hace un par de años, alguien tocaba a la puerta del Museo Frida Kahlo, era Graciela Iturbide acompañada de un fotógrafo amigo suyo, cuyo nombre no recuerdo bien. Solicitaban una visita especial. Al salir a recibirlos, Graciela me preguntó: —¿Qué haces? –Nada —le contesté— aquí abriendo unos baños llenos de polvo. Ella me dijo: —¿Me dejas “echar foto”?—. No me sorprendió que inmediatamente brillara su interés y su curiosidad (características inequívocas de toda gran fotógrafa, y más de una tan inquieta como ella). Así, gracias a una afortunada coincidencia, surge esta magnífica —y ya emblemática— exposición que capta el momento en que limpiábamos esos baños y registrábamos la obra que ahí encontramos. Yo misma no me di cuenta de lo que el momento significaba sino hasta que vi las fotografías de Graciela”.