Blog de la Caravana

Sobre Filosofía e inscripción de Omar Espinosa Cisneros

Hay complicidades que no se pueden negar y da gusto reconocer. Omar y yo hemos coincidido en estudiar la misma carrera en la misma universidad, casi al mismo tiempo, más o menos con los mismos profesores y casi durante los mismos años. Nos introducimos al siglo XXI dando la bienvenida a la filosofía en nuestras vidas y hoy, veinte años después, estamos de nuevo juntos, coincidiendo más o menos en todo, pero con una diferencia fundamental y agradable: fui invitado por él a participar en la presentación de su más reciente libro.

 

Casi en todo, decía, coincidimos, ya que ahora también los dos somos profesores de universidad e intentamos en la medida de lo posible ser investigadores, con sus pros, sus contras y las dificultades de las que él da cuenta en la obra que hoy nos reúne aquí y la cual ha resultado para mí una epístola al estilo de uno de los grandes maestros de la helenística, Epicuro.

Lo que trato de decir con lo anterior es que este libro es una carta filosófica dirigida tanto a la filosofía como a quienes nos dedicamos a ella. Y, así como los helenistas y los grandes humanistas, Omar escribe también para invitar a todos a pensar en lo que hay de más valioso en el mundo que habitamos y que ha quedado, si no olvidado, sí oculto u opacado: la vida. La vida en el sentido clásico griego, es decir, la zoé. ¿Qué hay de especial en esto? Yo creo que mucho.

Supongo, y aprovecharé con esto para hacer un homenaje a uno de nuestros más queridos y admirados profesores, el finado Enrique Hülsz Piccone, que Omar tiene presente una de esas primeras clases en las que éste discurría acerca del origen de todos los conceptos y cuestionaba el predominio del discurso cientificista que identificaba y limitaba la vida en un sentido estrictamente biológico. Si tomamos en cuenta que el Dr. Hülsz fue discípulo de otro maestro entrañable, Don Eduardo Nicol, es posible identificar la veta fenomenológica de la que nuestro autor se nutre y sobre la que continúa su propia indagación. Debo advertirles que esta obra no se trata de una simple reproducción del pensamiento; como Omar señala en su libro, el pensamiento es recreación, lo cual yo también entiendo como una creación novedosa. Aquellos primeros de los que hablé antes pensaron sobre su propio acontecer; nosotros, discípulos directos e indirectos, continuamos con esta reflexión acerca de lo que acontece, pero eso implica poner la atención sobre el devenir y la actualidad en la que vivimos.

Escribir, también nos dice el autor, constituye un acto, una actividad de creación que, sin remedio, implica estar acompañada del pensar. En este sentido, los filósofos han pensado y escrito para transmitir lo pensado, pero ese pensamiento, pese al intento de perdurar que conlleva la escritura, no se mantiene estático. Lo pensado deviene escrito y esto sucesivamente deviene pensamiento, con lo cual, el pensamiento se prolonga, se proyecta y se mantiene vivo, es decir, latente. Los filósofos nos mantenemos pendientes de esa proyección. Leemos para intentar comprenderla, identificar su origen y su finalidad, pero esto nunca se cumple del todo. Filosofar requiere mantenerse a la escucha. Por eso, Omar nos transmite un mensaje para llamar nuestra atención, la de filósofos y no filósofos, sobre aquello que, ya decía yo al comienzo, es lo más valioso del mundo, pero pareciera que nadie le da ya importancia: la vida.

Es por esto que, mientras leía el libro, pensaba en hacerle un reproche al autor, si no es que una sugerencia tardía e inútil, pero con la más auténtica sinceridad e inquietud: ¿por qué no lo has titulado Vida e inscripción? Tras dialogar a través de las páginas de esta obra tuya, Omar, fui comprendiendo que la vida se refiere a eso oculto que impulsa a que, a pesar de todo lo adverso y lo terrorífico, los seres continúen vivos, me di cuenta de que no había error en el título: la filosofía es vital para todos, aunque, suele pasar, sólo algunos pueden darse cuenta y muchos menos pueden entregarse totalmente a ella. La filosofía ocupa el lugar de la vida para algunos, en tanto que nos impulsa y llena de vigor mientras la vivimos.

Lamentablemente, como también señalas, el mundo actual exige de nosotros un desgaste del que no tenemos control. Tal parece que alguien encendió la maquinaria del progreso y no hay manera de detenerla. Esto también se revela en tu recuperación del análisis de la existencia de Heidegger. Nos hemos olvidado de pensar el mundo y con ello hemos perdido la capacidad de recrearlo. En cambio, nos dedicamos a reproducirlo y, para ello, se nos ha impuesto el tener que emplearnos en su mantenimiento y administración. Somos obreros, mano de obra, empleados, despojados de la vida misma, del entusiasmo por hacer y por no hacer, del gusto de imaginar, soñar y transformar el mundo. La fantasía y la imaginación son también propiedad privada y requiere de que acumulemos para tener acceso a ello, ya sea para realizar algo o para disfrutar de su resultado. El ingenio está gobernado por la utilidad y eso nos lleva a la reproducción de normas a las que paulatina y perennemente no nos atrevemos a cuestionar. La normalidad obliga a mantenernos sobreviviendo en este mundo, aunque para ello haya que morir o dejar morir. Nuestras opciones quedan, así, limitadas a sobrevivir para no morir, aunque en ello vaya de por medio el vivir mortificados.

Ante este escenario, nos invitas a reflexionar sobre lo que acontece, es decir, a realizar uno de los actos más peligrosos contra las formas de la normalización: continuar pensando. Para ello, escuchas y nos transmites lo que has escuchado para que nosotros también escuchemos; abres este claro en el bosque, este momento de serenidad, en el que podemos encontrarnos para escuchar las historias de los que sobreviven radicalmente en este mundo.

Escuchar es un acto amoroso y valiente, Omar. Como dices, no sabemos si estamos dispuestos o preparados para lo que vamos a escuchar, y debemos preguntarnos también esto antes de estar a la escucha del otro. Pero, lo más importante, es que tenemos que reconocer que el otro sabe más que cualquiera de lo que está hablando, porque es su experiencia íntima, personal, subjetiva. De ahí la urgencia e importancia de la escucha, en tanto que es creadora del tiempo y el espacio apropiados para la individualidad de cada uno de los que intervienen en la conversación.

Hablar, después de haber escuchado, no debería ser para dar nuestra opinión sobre ello, mucho menos para usarlo como un arma contra quien se considera adversario o diferente. Responder tras la escucha es para confirmar que el mensaje ha sido escuchado y mostrar respeto por eso. La transcripción es, en ese sentido, una manera de confirmar que se ha escuchado al otro, sobre todo cuando éste ha tenido que salir del ruido y ha quedado en el silencio. Insisto en que es una muestra de respeto total.

Esto, querido amigo, me ha resultado el elemento fundamental y más especial de tu libro: la conjunción entre el escuchar y el decir, el diálogo vivo al que nos invitas a participar. Finalmente, me hace pensar en que la escritura está viva cuando se nutre de la vida, y el pensamiento, como has dicho, es vida. De aquí, finalmente, mi agradecimiento a ti por dedicarte a este trabajo de pensar y por no abandonar la vida debajo de las horas de empleo que nos agotan las fuerzas para ganarnos la vida.

 

*Este texto fue leído en ocasión de una presentación de Filosofía e inscripción, Vida y muerte en tiempos de excepción (Ediciones Navarra, México, 2021). El evento tuvo lugar en el Palacio de San Lázaro, el 3 de agosto de 2023, a partir de la convocatoria de María Vázquez Valdez, directora de Bibliotecas y Archivo de la Cámara de Diputados. Participaron, además, el propio Omar Espinosa Cisneros, autor, y Benjamín Mayer Foulkes, director de 17, Instituto de Estudios Críticos (por el que tanto María Vázquez Valdez como Omar Espinosa Cisneros son doctores). La ocasión quedó registrada aquí. De Filosofía e inscripción, Vida y muerte en tiempos de excepción puede leerse un fragmento y adquirirse acá.

La defensa de la democracia es una lucha global

Esta manifestación que celebramos hoy, domingo 23 de julio del 2023, frente a la Embajada de Israel en México, es un evento pacífico llevado a cabo en solidaridad con los cientos de miles de israelíes que desde hace 29 semanas salen a las calles a manifestarse para salvaguardar la democracia de su país. Es uno de los más de 20 actos públicos que se realizan este fin de semana en diversas ciudades del mundo, desde San Diego, en Estados Unidos, hasta Melbourne, en Australia. El nuestro, en la Ciudad de México es el primero en una ciudad en América Latina. Lo realizamos como parte de UnXeptable, una red global de apoyo a los valores democráticos en Israel y que se opone el golpe judicial que pretende dar el actual gobierno.

 

UnXeptable –inaceptable– es un movimiento social lanzado por expatriados israelíes en apoyo de un Israel democrático. Desde UnXeptable Capítulo México, hacemos un llamado a los judíos y judías del mundo para que se unan con el fin de preservar la identidad democrática de Israel.

De acuerdo a lo que expone la red de solidaridad UnXeptable, nos unimos conscientes del grave peligro que implica el socavamiento de las instituciones de orden democrático en Israel:

  • El intento de institucionalizar la discriminación y el racismo.
  • El ataque al sistema judicial y su sometimiento a los políticos; en particular, nos oponemos a los intentos de lesionar el estatus independiente de la Suprema Corte de Justicia.
  • La intención de limitar la independencia de los medios de comunicación y la libertad de prensa.
  • La intención de convertir a las fuerzas de seguridad, militares y policiales israelíes en un instrumento de los políticos extremistas, tanto dentro de las fronteras del Estado de Israel como en los Territorios Ocupados.
  • Nos oponemos al intento de cambiar la Ley del Retorno para excluir a quienes son judías y judíos pero que pueden no encajar en las anticuadas definiciones ortodoxas.

Así, este es un acto organizado por judíos y judías independientes. Algunos somos miembros activos en instituciones de la comunidad judía de México, otros no somos socios de sus instituciones.

Nos une la necesidad de expresar nuestro apoyo a familiares y amigos que viven en Israel, que se sienten en peligro ante el golpe judicial que pretende el actual gobierno. Nos unen, además, las implicaciones que tendría este golpe judicial para la mayoría de los judíos y judías del mundo.

En marzo, las protestas lograron poner en pausa las pretensiones del gobierno de Benjamín Netanyahu de pasar leyes que acabarían con la división de poderes en Israel.

Politizar la selección de jueces y quitarle facultades a la Suprema Corte para revocar leyes anti-constitucionales es una receta, que, como en Hungría y Polonia, harían de Israel algo parecido a una autocracia.

O en palabras del historiador Yuval Noah Harari, en una dictadura.

Esta semana la coalición de extrema derecha y ultra-ortodoxa retoma el proceso legislativo. En la mira está limitar el uso por parte de la corte del concepto legal subjetivo de “sensatez” para revocar las decisiones de los legisladores y ministros.

La sensatez o razonabilidad es un estándar legal utilizado por muchos sistemas judiciales en sistemas parlamentarios democráticos. Una decisión se considera no-razonable si un tribunal dictamina que se tomó sin considerar todos los factores relevantes o sin dar peso relevante a cada factor, o dando demasiado peso a factores irrelevantes.

Esta herramienta la utilizaron hace unos meses jueces israelíes para impedir que Arieh Deri, líder del partido ultraortodoxo Shas, fuera nombrado ministro en el actual gobierno.

El tribunal sostuvo que no era sensato o razonable que una persona recientemente condenada por fraude fiscal ocupara un ministerio en el gobierno.

Lo que pasa en Israel, centremos o no nuestra vida judía en ese país, lo que pasa en el llamado Estado judío, acaba impactando en las comunidades judías del mundo. Para bien o para mal. Hemos convocado a este acto de apoyo y de protesta para manifestar nuestras convicciones pluralistas en el judaísmo.

El pluralismo es pilar en la práctica judía. Pero no todos en el Israel están de acuerdo con ello. El ministro para la Diáspora, Amijai Shikli, por ejemplo, ha denigrado e insultado a la comunidad LGBTQ+, a quienes practican un judaísmo reformista y también ha amplificado los mensajes antisemitas que se utilizan mencionando a George Soros como el mal de todos los males.

Sí, ese es el mismísimo ministro para la diáspora, miembro del actual gobierno que pretende dar el golpe judicial.

Sabemos que el pueblo judío es un pueblo plural. Cuando se trata del pueblo judío y sus ansiedades, por lo general recurrimos a la siguiente afirmación: en una mesa donde se encuentren cinco personas judías discutiendo, habrá seis opiniones. Sí, es un chiste trillado y es, a la vez, ¡cierto! ¿O alguien tiene otra opinión?

Más allá de esta imagen que nos remonta a hombres y mujeres que estudian el Talmud, lo cierto es que es muy difícil encontrar a alguien que niegue el valor de la libertad, incluyendo las libertades de opinión, asamblea, pensamiento, religiosidad, sexualidad, y un largo etcétera.

No es casual que el hito fundacional del pueblo judío sea el de la lucha por la libertad, la cual recordamos año con año en nuestras mesas de Pésaj. Incluso la recordamos como si fuéramos las mujeres y hombres que salimos de Egipto y nos enfrentamos, personalmente, a la incertidumbre del desierto.

Sí, libertad y también memoria. Somos un pueblo que se construye así mismo tanto desde la memoria más lejana como de la más reciente para entender el tiempo presente y construir un mejor mundo para nosotros y nuestros prójimos. Algunos lo llaman Tikun Olam, reparar el mundo. Aprender de la historia, para que no vuelva a repetirse, es un mandato reciente: el pueblo judío sabe de la tragedia que implican las persecuciones y el rechazo, es decir, la falta de aceptación a la diversidad.

El sabio Hillel lo resumió siglos atrás con una sola frase: “Todo aquello que es odiado por ti, no lo hagas a tu prójimo, eso es toda la Torá, ahora ve y aprende.”

Desde estos mandatos –libertad, memoria y amor al prójimo– es que judías y judíos mexicanos nos solidarizamos con los manifestantes en Israel que desde inicios de enero salen a las calles para salvaguardar los valores democráticos y proteger la independencia de su sistema judicial.

Nos solidarizamos con los cientos de miles de israelíes que están en estos momentos en las calles de decenas de ciudades para hacer valer lo proclamado en su declaración de independencia: Israel «promoverá el desarrollo del país para el beneficio de todos sus habitantes; estará basado en los principios de libertad, justicia y paz, a la luz de las enseñanzas de los profetas de Israel; asegurará la completa igualdad de derechos políticos y sociales a todos sus habitantes sin diferencia de credo, raza o sexo; garantizará libertad de culto, conciencia, idioma, educación y cultura.»

Esa es la brújula moral que ofrece una dirección pluralista en Israel y de la que es muy difícil estar en contra. Sin embargo, hoy hay un gobierno israelí que desconoce esta proclama fundacional.

Por eso estamos acá presentes, para solidarizarnos con quienes en Israel defienden a sus valores democráticos y pluralistas.

Estamos presentes quienes profesamos nuestro judaísmo desde las corrientes ortodoxas, masortíes o reformistas. O quienes no somos religiosos y nos definimos como judías y judíos humanistas, laicos o ateos.

Estamos quienes consideramos que Israel es vital para el judaísmo contemporáneo, y también quienes sostenemos que nuestro judaísmo no depende de Israel.

Estamos presentes quienes nos definimos políticamente de izquierda, centro o derecha.

Estamos quienes consideramos a la ocupación y colonización de Cisjordania y Jerusalén oriental como un factor determinante que pone en entre dicho a una democracia; y estamos quienes consideramos a la ocupación un asunto de seguridad que llegará a su fin tras negociaciones con el pueblo palestino.

Esta pluralidad solo es posible expresarla en ámbitos democráticos que habilitan la posibilidad a ser diferentes, que habilitan la creación de espacios para la escucha, la opinión y el respeto a la otredad.

Sabemos que una democracia no se sostiene únicamente con elecciones recurrentes. Un sistema democrático depende de, entre otras cosas, separación de poderes, pesos y contrapesos –que protejan los derechos de las minorías–, una prensa libre, una sociedad civil vibrante y, respeto a los derechos humanos elementales que sean pilar de la justicia social.

Las democracias no son perfectas. Requieren de reforzamientos constantes. Hemos sido testigos en carne propia de países democráticos que devienen en dictaduras atroces. Ahora es el momento de solidarizarnos con quienes defienden a la democracia israelí, no esperar a que esos espacios se cierren ante un potencial régimen opresor.

Hace unos días, una ministra de una Suprema Corte de Justicia dijo lo siguiente:

“(…) lamentablemente en gran parte del mundo surgen voces y movimientos que intentan poner en entredicho la legitimidad de la función judicial. Pretenden mermar, a veces de forma sutil, otras de forma directa, la independencia de los poderes judiciales”.

“(…) la merma de la independencia judicial como una de las vías para debilitar la división de poderes en nuestras democracias constitucionales, nos enciende focos rojos. La historia se repite y con ello la idea de que los tribunales constitucionales se reduzcan a replicar la voluntad de los gobernantes, bajo las reglas únicamente de las mayorías”

“La historia no miente, el discurso de odio, los argumentos sin razón, las constantes críticas, la adjetivación y descalificación del quehacer de las juezas y jueces, nunca han sido buenos consejeros. De esta dimensión es el reto que enfrentamos las sociedades”.

Lo anterior fueron las palabras de Norma Piña, Ministra Presidenta de la SCJN mexicana.

Y es que el debilitamiento de las democracias es un fenómeno global. En América Latina, Estados Unidos, Europa los sistemas democráticos están siendo puestos a prueba y se enfrentan al embate de ideologías supremacistas e intolerantes.

Si esto es cierto, la lucha por la democracia es también un asunto global.

Como judías y judíos, sabemos que los discursos de odio, incluyendo el antisemitismo, son proclives a aparecer cuando los espacios democráticos se cierran. No es casual que los actos y expresiones antisemitas se incrementaran en Estados Unidos con el trumpismo. No es casual que el racismo y la discriminación estén presentes en los países donde la ultraderecha y las ideologías supremacistas han retomado fuerza y espacios de poder real, como sucede hoy mismo en varios países de Europa.

Ese es el peligro real y latente: el golpe judicial impulsado por el gobierno de ultraderecha convertirá a Israel en país racista y discriminatorio.

Sin la separación de poderes y con un poder judicial disminuido ante un gobierno como el actual, se impondrá la interpretación de la ultra-ortodoxia y la extrema derecha israelí. ¿Cuántos de los judíos y judías que vivimos fuera de Israel nos identificaríamos con un país que no respeta los derechos humanos básicos para todos sus habitantes?

¿Cómo exigiremos el respeto a nuestros derechos en los países en los que nacimos –y de los que somos orgullosamente ciudadanos– cuando el llamado a sí mismo Estado judío no lo hace para todas las personas sobre las que rige?

Que sea claro, la democracia nos brinda la oportunidad de gozar ciudadanías plenas; sin importar nuestros géneros, creencias religiosas, culturas, sexualidades o antecedentes familiares.

Quiero terminar leyendo el poema «Siente lástima por la nación» (Pity the Nation) del poeta estadounidense Lawrence Ferlinghetti, de 2007, inspirado en el poema de Khalil Gibran de 1933:

Siente lástima por la nación cuyo pueblo son ovejas
Y cuyos pastores las engañan.

Siente lástima por la nación cuyos líderes son mentirosos,
Cuyos sabios son silenciados,
Y cuyos fanáticos frecuentan las redes de comunicación.

Siente lástima por la nación que no levanta la voz
Excepto para alabar a los conquistadores;
Y aclama al matón como héroe
Y pretende gobernar al mundo
Por la fuerza y por la tortura.

Siente lástima por la nación
Que no conoce otra lengua sino la propia
Y ninguna otra cultura sino la propia.

Siente lástima por la nación cuyo aliento es el dinero
Y duerme el sueño de los demasiado bien alimentados.
Siente lástima por la nación, oh, lástima por la gente
que permite que sus derechos se erosionen
y sus libertades sean borradas.

Mi patria, lágrimas de ti,
¡Dulce tierra de libertad!

Vislumbres para la supervivencia en tiempos críticos

1.

El universo de Dante se ha invertido -nos advierte Georges Didi-Huberman en Supervivencia de las luciérnagas. Mientras la gloria luminosa y la sobreexposición corresponde ahora a los pérfidos, las luciérnagas procuran ser discretas emitiendo sus señales inocentes a pesar de las amenazas. Prefieren danzar vibrante pero discretamente, mantener un perfil bajo con sus luces tenues, a que la fama efímera de la sobreexposición produzca sombras engrandecidas en medio de los reflectores que parezcan una amenaza —más fantasmática que real— para quienes aspiran al poder.

 

2.

Caminamos a destiempo en nuestro tiempo. A variables ritmos. Entre las arritmias del andar ajeno -entre compas y cazadores- la danza es todavía posible. Más vale el vaivén de un paseo impulsado por el deseo, que una coreografía ávida de goce.

 

3.

Las pequeñas luces son posibles, además de urgentes. Resplandores de inocencia en medio de la noche en que la luminaria excedida hace de ella un espectáculo.

 

4.

Las luciérnagas no han desaparecido. Han declinado a vivir entre los reflectores, bajo el panóptico de las cámaras de vigilancia y de las engañosas luces de las pantallas (p. 44). El tenue brillo de su danza orienta nuestros pasos en tiempos de desesperanza.

 

5.

Pasolini se refiere al <<genocidio cultural>> como el <<verdadero fascismo>>, refiriéndose al que se emprende «con los valores, con las almas, con los lenguajes, con los gestos, con los cuerpos del pueblo» (p. 21). En 1975, antes de desarrollar la idea de «la desaparición de las luciérnagas», Pasolini introduce el tema de «la desaparición de lo humano» como la tragedia en la que ya simplemente artefactos singulares «se lanzan unos contra otros» (p. 22). Lo propio de la vida -no obstante- no es la forma única sino la pluralidad de formas.

 

6.

Según nos dice Didi-Huberman, desde la perspectiva de Pasolini, la desaparición de las luciérnagas ocurre no en medio de la noche, sino «en la cegadora claridad de los <<feroces reflectores>>»  (p. 22). La potencia de la vida declina y decrece bajo las luces del espectáculo.

 

7.

En un texto titulado <<Neocapitalismo televisivo>> publicado en 1958, Pasolini se refiere a las luces de la pantalla de la televisión como aquello que provoca en las capas inferiores de los pueblos «el sentimiento de una inferioridad casi agonizante» (p. 26). La televisión, como las pantallas individuales que hoy muchas veces nos distraen y alejan de lo más próximo -además de la innegable posibilidad de aproximarnos al fulgor de lo distante- tienen el riesgo de deslumbrarnos y así disminuir nuestros afectos.

 

8.

En <<Artículo de las luciérnagas>>, Pasolini termina por suicidar su amor por el pueblo italiano. Según la paráfrasis de Didi-Huberman: «las luciérnagas han desaparecido en esta época de dictadura industrial y consumista, en la que todos y cada uno terminan por exhibirse igual que una mercancía en su escaparate, una manera, justamente de no aparecer. Un modo de trocar la dignidad civil contra un espectáculo indefinidamente monetizable. Los reflectores han ocupado todo el espacio social, nadie escapa ya a sus <<feroces ojos mecánicos>>» (p. 28). El sistema es omnívoro y deglute todo para convertirlo en mercancía. Pasolini -como advierte Didi-Huberman- parece un vidente, un profeta de un neofascismo que -en las palabras del primero- es «un reclutamiento total, hasta la profundidad del alma» (p. 29). Todo puede ser empleado y útil para el neofascismo al que se refiere Pasolini. ¿Cómo resisten la imaginación y el pensamiento?

 

9.

Las luciérnagas escapan de la visión de quien permanece estático en su lugar. Declinan a manifestarse y aparecer en donde «ya no es el lugar adecuado para percibirlas», según ha escrito Denis Roche, el poeta-fotógrafo (p. 35). Emprender un viaje, una experiencia interior, íntima también con el afuera, acaso de extimidad que devuelva a las cosas más cotidianas su condición de fuente de asombro: ¿no es acaso la aventura más urgente?

 

10.

En nuestra manera de imaginar descansa y se sustenta una manera de hacer política. <<La imaginación es política>> -afirma Didi-Huberman (p. 46). De nuestra forma de imaginar dependen las formas en que podamos asociarnos políticamente con otros o la imposibilidad de encontrar los medios para hacerlo.

 

11.

Nunca estamos solos. Nos acompañan otros con los diversos frutos de una soledad que es compartida. Orientamos nuestro camino con el destello errático de la risa y la alegría en medio de la noche. Nos acompaña -inevitablemente- el resplandor superviviente de los signos, de las imágenes y del pensamiento como obra de una gracia impersonal que nos excede, nos destruye y nos recrea.

 

12.

Las luciérnagas -como hacía George Bataille según afirma Didi-Huberman- escapan de los reflectores para «emitir sus fulgores de pensamientos, de poesías, de deseos, de relatos» (p. 108). Es inevitable dejar un resto, incluso sin mucho movimiento. Aunque a veces para afirmar la supervivencia es menester «huir, esconderse, enterrar un testimonio, irse a otra parte, encontrar la tangente…» (p. 116). Hay restos cuyas potencias diferidas y declinadas otorgan otra vida. Hay veces en las que resistir la seducción del reflector y del brillo falso de la gloria es un asunto del que depende nuestra vida.

 

13.

Hay la posibilidad de hacer de la experiencia -clandestina pero indestructible- un pre-texto. Los signos resisten pese a todo. Incluso cuando la amenaza atenta contra la propia existencia. En la fuerza diagonal del pensamiento, el futuro se ex-tiende hacia un horizonte incierto y amplio de potencias. «Solo de nosotros depende no ver desparecer las luciérnagas» (p. 119). Por ello es también urgente reavivar las luciérnagas en los restos nuestros que nos sobrevivan.

 

14.

Un pensamiento o una imagen al borde de la desaparición -en la urgencia de la huída- emite sus señales a pesar de todo. Pese al miedo, la cautela y la amenaza: los frutos fugitivos de la creatividad resisten y organizan el pesimismo. Descubrir de vuelta las luciérnagas es posible compartiendo los fulgores de la imaginación con otros. Un lazo es todavía posible suscitando la donación de otros saberes, de otras imágenes, de otros afectos.

 

15.

Es posible dar lo que tenemos, y también es posible reservarlo para nosotros mismos. Pero también es posible dar lo que no tenemos, dar nuestro tiempo, nuestra escucha, nuestra potencia de ser afectados y afectar, nuestro cuerpo como zona de afectos y, donde los destellos de nuestro deseo y de nuestro pensamiento pueden mantenerse silenciados o compartirse, transformarse con otros, errática pero generosamente. Acaso la disposición al intercambio de nuestros no-saberes, de las fisuras, de las experiencias diminutas e intermitentes es también una forma de reciprocidad positiva que nos permite dibujar e imaginar figuras inéditas.

 

 

Lucciole

En medio de la noche

sin reflector ni gloria

la experiencia que resiste

camino en la fisura.

Cuando las luciérnagas

con su luz intermitente

y su fuerza diminuta

nombran

imaginan

dibujan

plurales

nuevas formas.

 

Lucciole II

Erráticos e inocentes

resplandores de alegría

en medio de la noche

y de esta cuasi-obscuridad.

Un destello sin pecado

la gracia que irrumpe

en un terror que envuelve

la esperanza resiste

y re-existe

ignora el final.

 

Cultura y barbarie

Escritura al margen

intermitencia.

Atisbos del pasaje

tránsito sin meta

el paso-movimiento.

Mirada amante:

instante que se fuga

plural y singular

la inmediatez

de un boceto.

 

La danza

Sin límites:

paseo de ritmos,

imágenes

y palabras

galopando

sin control.

 

Luz menor y fugitiva

resplandor

descenso

resistencia de un destello

fenómeno

reaparición

supervivencia.

 

Ocaso u Occidente

descenso

movimiento oscuro de belleza inédita

círculo

aurora: deseo.

 

Palabras-luciérnegas

pugnan y responden

a palabras-reflectores

que ciegan y siegan

la potencia de narrar esa batalla.

 

 

Bibliografía:

Georges Didi-Huberman,  Supervivencia de las luciérnagas, Abada Editores, Madrid, 2012.

 

Arabidades en América Latina: puentes de la imaginación crítica

Yo me sentí siempre, en todas partes, desde los trece años, un invitado. Con frecuencia, me recibían con los brazos abiertos; a veces, me toleraban sin más; pero no fui en parte alguna un morador en pleno derecho. Continuamente disparejo, desajustado; de nombre, de mirada, de porte, de acento, de filiaciones reales o supuestas. Incurablemente forastero. En la tierra natal y también, más adelante, en las del destierro. 

Amin Maalouf, Los desorientados

 

El 30 de junio de 2023 se presenta la mesa “Alteridades alteradas: Arabidades en América Latina”, curada por el programa Babélica en el marco del XXXV Coloquio Internacional de 17, Instituto de Estudios Críticos. La ocasión reúne a descendientes de migrantes que llegaron de Siria, Palestina y Líbano a la región en distintas circunstancias y diferentes momentos del siglo pasado.  

Uno de sus objetivos es abordar experiencias particulares de la arabidad para identificar las formas de imaginar y tejer puentes desde la perspectiva de la imaginación crítica esbozada para el coloquio:

Hablar de “imaginación crítica” es señalar una zona de problemas que refieren al vínculo entre el pensamiento y la proposición de mundos porvenir. Porque imaginar, tejer un puente entre nuestras maneras de concebir los pasados de los que venimos y los futuros posibles que deseamos, es asimismo identificar las estrategias y los dispositivos capaces de proyectarnos hacia el afuera-material de la construcción de nuevos vínculos y nuevas maneras de ser en común.

Nos reúnen inquietudes que se enunciaron tras la presentación del libro When we were Arabs de Masoud Hayoun, organizada hace tres meses por el Instituto de Cultura Árabe de Colombia.

Son varias las preguntas que darán pauta a la discusión, y que traen inscrita la desorientación de la que hace eco Maalouf: ¿cómo definir la arabidad?, ¿de qué formas se manifiesta  subjetivamente?, ¿acaso interactúa con otras dimensiones identitarias?, ¿cómo se percibe en nuestros contextos familiares y sociales?, ¿qué representa en nuestras realidades?, ¿y cómo se percibe en el llamado “mundo árabe”?

En todo caso, asumir una arabidad desde nuestras particulares realidades latinoamericanas podría implicar asumir una vivencia mestiza. Un mestizo, propone Alexis Nouss, no refuerza su identidad por contraste, más bien:

es susceptible de convertirse en ese otro, su ser está alimentado de esa posibilidad […] lleva la lógica de lo heterogéneo para alterar la alteridad.[1]

Finalmente, esta mesa nos permitirá poner en juego el espacio de escucha que construye Babélica desde una perspectiva alternativa, que trasciende espacios geográficos, revisando territorialidades. ¿Ofrece la arabidad, como elemento identitario, una oportunidad para plantear narrativas alternativas en el ámbito de las relaciones conflictivas en el Medio Oriente y, en particular, la de Israel/Palestina?

Participamos: Odette Yidi, Nayib Chalea y José Hamra. La moderación y comentarios correrán a cargo de Indira Sánchez.  Los esperamos este viernes 30 de junio, 15:30 horas, en y desde San Ildefonso o a través del YouTube o el FB de 17, Instituto de Estudios Críticos.

 

[1]  Cfr. “Alteridad” de Alexis Nouss en Mestizajes. De Arcimboldo a zombi de Francois Laplantine y Alexis Nouss, Buenos Aires, FCE, 2007, p. 79.

Para Luis (fragmento de Paralogía)

Mi nombre es Armando Navarro. Hace algunos días, a finales de mayo de 2023, estuve en el Festival de Cannes porque mi cortometraje Arkhé fue seleccionado en La Semana de la Crítica.

Por otra parte, hace siete años presenté mi examen de grado para obtener la maestría en Teoría Crítica por 17, Instituto de Estudios Críticos. Mi proyecto se tituló Paralogía. Al día de hoy, no tengo idea de qué trata ni de cómo describirlo. Desde niño, según recuerdo, albergo el deseo de hacer cosas extraordinarias. Una década de psicoanálisis me ha servido para caer en cuenta de que, en realidad, esa urgencia es una manifestación de mi hambre de amor.

Arkhé es, en la superficie, un ensayo sobre el terremoto que devastó la Ciudad de México en 1985. No obstante, más allá del escombro, mi película es un tratado sobre la ausencia, la pérdida. Paralogía es una pieza extraña, no necesariamente en el sentido deseable del término. En principio, se trata de una investigación sobre un grupo de gente que podríamos nombrar, con razón, como una “secta destructiva”: los Niños de Dios, conocidos hoy como La Familia Internacional. El dogma que los sostiene, el centro de su lazo social, es una lectura obscena de ciertos postulados bíblicos: el amor de Dios se transmite sólo sexualmente y, por lo tanto, viven bajo una ley que los obliga a acostarse con todos los adeptos, sin importar si se trata de niños, o peor, de sus propios hijos.

Sin embargo, Paralogía pretende trenzar lo anterior con una situación que nos implica más de cerca: la Guerra contra el narcotráfico en México, emprendida por Felipe Calderón, así como los efectos de violencia y aberraciones que derivan de ella. El proyecto, me parece, intenta desarrollar los siguientes problemas:

a) La disposición de escenas horrorosas, de cuerpos mutilados y desmembrados, hechas para ser fotografiadas; el uso, pues, de las imágenes con fines de instauración de una nueva ley y, con ella, una nueva realidad

b) El fenómeno sectario como una radicalización de las narrativas de Estado, como las entendía Ricardo Piglia

c) Las implicaciones de amar así, bajo la tutela de un Estado caníbal, con el fantasma de la pérdida irreparable aleteando siempre sobre nosotros

Paralogía no es un libro de ensayos, sino que trata de desplegar una ficción, en el sentido más mundano de la palabra: Mauricio Zesati, profesor de literatura e hijo de un político/golpeador poderoso, sufre la desaparición de su hermano Luis. La pérdida, como la incapacidad fáctica para revertirla, lo conduce a la certeza de que él mismo puede terminar con la situación de violencia extrema en México. Su objetivo, delirante a los ojos de todos, es crear un dispositivo de hipnosis que pueda masificarse. Su contenido, dice, será el dogma de los Niños de Dios.

Una secta destructiva, me parece, es una sociedad regida por una ficción radical que promete el alivio del dolor subjetivo. Un Estado establece una versión unívoca de la realidad y designa, con ello, un enemigo visible, un objetivo cuya supresión significaría el bienestar de la masa. En Paralogía prevalece, sobre todo, mi interés en la incorporación de relatos delirantes que toman eventualmente el control de nuestras vidas.

En este sentido, Arkhé es una consecuencia involuntaria de Paralogía. Las dos piezas lidian con la ausencia. Allí donde lo ficticio promete el alivio, la falaz devolución de lo perdido, el ensayo puede tramitar, quizá, el duelo, la resignación.

En mi examen de grado, Benjamín Mayer Foulkes dijo que, en cierta medida, el punto medular de Paralogía es el efecto ulterior de tener un padre y un maestro. Me reveló así algo evidente, pero desconocido para mí, sobre mi propio trabajo. Finalmente, esa había sido una de las mayores encrucijadas de mi vida: ¿cómo resolver mi neurosis parricida, siendo yo este cliché freudiano, para tomar el lugar paterno, volverlo mío y gozarlo? Y por otro lado, ¿cuándo podré ser yo mismo el maestro?

Durante algunos años intenté en vano convertirme en profesor universitario. Pero ahora tengo un hijo. Su nombre es Tomás. El padre ahora soy yo. El mundo, por lo demás, es todavía una carnicería. Mi niño me confirma, sin saberlo, que amar así, tan infinitamente, radicaliza la dimensión y la posibilidad de la pérdida como un horizonte intolerable. Sin embargo, cuando llevo a Tomás en mis brazos, o cuando se queda dormido sobre mi pecho, lo que percibo es la posibilidad de un futuro en paz.

Paralogía fue un trabajo que dediqué a mi padre. Arkhé, lo he dicho siempre, es un regalo para Tomás.

 

Lee aquí el capítulo «Para Luis»