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Prescripción

El confinamiento antivirus para mí fue, primero que nada, un recuerdo de resistencia insular frente a la irrupción ciclónica de la epidemia anunciada.

Me metamorfoseé en isla caribe acostumbrada, por naturaleza, a resistir a las infecciones de la historia, a los virus geológicos, a los sismos de las humanidades. Y dejé hablar a la memoria viva de mis deseos.

Le informé al vecindario que para el otro, cada uno de nosotros éramos islas a cal y canto, la llave de una en las manos del otro. Y cada uno de nosotros con dos únicos ojos, dos únicas manos, pero con corazones duplicados bajo la carne humana protectora de las pieles enmascaradas.

Soledades de islas atrincheradas, pero en solidaridad de archipiélago, ellos y alas para desanudarse del otro y reanudar el nosotros. Cada uno en su casa, poco a poco encerrados, las casas bien cerradas en alcobas, y afuera, todo el gran aire liberado para los árboles y las aves.

Nos recordé el acariciar nuestros miedos y nuestros silencios para no adormecer las medidas de sobrevivencia, avanzar incluso sin poder caminar, reinventarse frutos recolectados sin la ayuda de las flores ni de las raíces, todas provisionalmente abstraídas, sacar sin cansar de las reservas de la esperanza y desesperanza por desenmarañar.

Sugerí dejar vivir la catástrofe hasta la saciedad de las soledades, impulsar sueños y pesadillas manteniéndonos despiertos. Buscar juntos las palabras que hablan al mismo tiempo de la tragedia de la luz cortada y de la resistencia de la última vela, del pan y de los ojos secos, de la dulzura de las brasas como un riesgo por correr ante los dolores de cenizas, la fuerza de permanecer solos hasta el cambio de día, y reacomodar las ganas de una glorieta como oasis, para tener una oportunidad de llegar hasta el final de la peste, con un cielo muy despejado para la primera salida desnudos bajo el primer sol, que estará hecho de todos nuestros rayos recuperados.

También nos propuse abrir las ventanas al cruce de los cuentos, de los poemas y de los cantos. Si hace falta, cada uno con su partitura o en su página, pero en un sueño futuro del mismo cuaderno compartido en coro.

Teniendo para nuestros desconfinamientos solidarios mi hoja de Prescripción:

 

Henos aquí tal vez listos para mañana:

de nuevo ante nuevos comienzos

descentrados de pesadumbres liberadas de atracciones

A prueba de ascensiones hasta las fuentes de las savias.

 

Henos aquí cerca de ser para mañana:

escisiones prensadas, fusiones pensadas

atentos a los caminos que fecundan sus objetivos

a las llaves imaginadas para los nuevos cerrojos

 

Henos aquí prescritos de vislumbrar mañana:

tan sólo hay que desenmascarar un virus de esperanza

surgido sin antídoto ni panacea,

contagioso a distancia para el nosotros de cada uno.

 

 

Agosto 2020

Traducción del francés de Adriana Romero-Nieto

 

La Bitácora del encierro es un proyecto de la UAM Cuajimalpa