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Hoy llega a su fin la aventura de esta bitácora. Han transcurrido 6 meses de publicaciones diarias de 180 escritores e intelectuales, desde 37 países. Cada uno de ellos ha utilizado formas muy variables, hemos leído textos de diversos géneros literarios (poemas, páginas de diarios íntimos, cuentos, ensayos, etcétera), también visto y escuchado intervenciones en video o en podcasts que, si bien menos numerosas, constituyen otras formas de escritura.

Al iniciar el proyecto, sentíamos el deseo de aprehender mejor este momento único en la historia, de intentar extraer de él algún sentido y, a la vez, de conservar su memoria; nos propusimos trabajar para atrapar ese presente y así registrar mejor su huella. Del conjunto se desprende una gran comunión de espíritu, como si la experiencia de vivir encerrados, todos al mismo tiempo, nos remitiera a una vivencia similar, marcada por el miedo, la lasitud, la reiteración y un gusto exacerbado, más que nunca, por las lejanías. Desde luego, existen variaciones y no podríamos comparar las preguntas de ninguno de ellos, sin embargo, el aliento general va en el mismo sentido. Una poeta china se hace eco de un novelista mexicano, las palabras de un escritor francés resuenan con el texto de una india, los brasileños escriben sus dudas, que resultan las mismas que las de una ugandesa. Cada uno eligió su estilo, su voz, su manera de aproximarse y su género literario con toda libertad. Todos dicen cierta forma de comunión con los demás: la impresión de vivir una experiencia similar nos acercó.

Esta aventura interpela a la escritura, al lugar que ocupa y a la función que cumple. Anclada en la vida, hace suya esta oportunidad de decir lo que las otras formas no pueden expresar. Nuestra Bitácora también es, entonces, un canto de amor a la creación literaria, a su necesidad y su especificidad. No quisimos colocarnos en el registro del periodismo o de la información, en una inmediatez constrictiva, sino invitar, más bien, a tomar distancia, como si estos tiempos, tan pesados, nos llevaran al repliegue sobre nosotros mismos, a la reflexión. Eso se tradujo en formas de introspección, con la certeza de que lo que está en juego en estas páginas es del orden de lo necesario, de que el proyecto responde a un profundo deseo de intervenir en nuestros espíritus a través de nuestras palabras, de saber leernos y descifrar mejor al mundo. Se puede distinguir, en esta bitácora, un deseo de adueñarse de las imposiciones del momento, desde los ángulos y por aproximaciones que nos activan ante lo inevitable. Este conjunto de intervenciones, entregadas día tras día, ha significado un lento caminar para llegar aquí, ante un corpus que deja muchas preguntas sin responder. En particular, aún es demasiado pronto para saber si nuestros comportamientos se modificarán en un futuro, si seremos capaces de retener las lecciones aprendidas a lo largo de estos meses de encierro. Tal vez algunas de esas preguntas en suspenso encuentren elementos de respuesta en los textos de esta bitácora… Como en todo proyecto de escritura, hemos encontrado más razones para interrogar que para responder, más enigmas que certezas. Eso le confiere su nobleza y su valor. Y de nuevo, eso le otorga su carácter literario. La Bitácora del encierro atravesó estos pesados meses para hacernos ver con más claridad los enormes temas de los que se ha hecho cargo la escritura: el territorio común de nuestra condición humana y los desafíos que enfrentamos para modificar el curso de las cosas cuando nos vemos amenazados. En ese sentido, la Bitácora es una memoria y un llamado, un recuerdo y una invitación. Seamos su sujeto y su actor, el proyecto y su observador. Cada uno, donde se encuentre, puede continuar esta escritura expuesta, intimista y pertinente…

La Bitácora del encierro es un proyecto de la UAM Cuajimalpa