Éxtasis sin causa. Acerca de «La Chimera» de Alice Rohrwacher (2023)

 

«Ése vuelve a ser uno de los encantos de las pinturas etruscas: que muestran un verdadero contacto; la gente y los animales están realmente en contacto»
D.H. Lawrence[1]

Entre los residuos que documentan la existencia de los hablentes hay unos cuantos que cifran «el misterio etrusco».[2] Uno de ellos es el largometraje La Chimera (2023) de Alice Rohrwacher.[3] Esta inicia, como toda película, con un fondo oscuro. Vale la pena recordar el apunte que hizo Evgen Bavčar al respecto: «Desde hace más de un siglo al ir al cine olvidamos el hecho de que por un breve instante sufrimos la experiencia de la ceguera. Aquella ceguera del cine es efímera, tiene un principio y un fin, y no nos domina ad vitam eternam, así que no presupone la privación de la libertad de la luz circundante. Sin embargo, representa un breve retorno a las tinieblas originales, mejor dicho, hace alusión a lo más oscuro e infinitamente más profundo».[4] Es, precisamente, a esa dimensión profunda, al tiempo cósmico, al que abisma una y otra vez éste filme. Lo hace a través de lo que Gerardo Muñoz ha denominado como la vía etrusca,[5] es decir, de la retirada de la suturación metafísica cifrada históricamente en la subsunción al cálculo hacia las estelas de un silencio ligado a Ctonia, región subterránea, inframundo al que se dirige y de donde proviene la existencia. Esta vía es, esencialmente, una experiencia[6] errática, pues no es programable. Irrumpe, como quien tropieza con la raíz de un árbol al caminar, desestabilizando el andar. Su signo es el de la negatividad: va hacia lo que no dice.

iteratura

Muchas gracias, Eleonora, por tu entrada más reciente en el Blog de la Caravana. Mi enhorabuena por la rica serie de actividades impulsadas entre nosotros por el área de literatura, a tu cargo. Sin duda, la emergencia de la excritura ha tenido una particular importancia, y quiero mencionar en relación con ésta el papel jugado a tu lado por Pablo Domínguez Galbraith. Ayer inició el nuevo ciclo de escritores latinoamericanos, lo que hace especialmente oportuna la circulación de tu aporte. Pero quiero decir que al internarme en ella llamó mi atención tu formulación con respecto al lugar de la literatura en 17, que en efecto ha sido medular desde el comienzo. Afirmas que la literatura ha jugado el papel de Otro de la teoría crítica y el psicoanálisis, pero creo que no es exactamente así, dado el lugar en que tal formulación deja a la teoría crítica y el psicoanálisis. Intento explicarme.