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Emancipación

Notas para una conversación en el marco del encuentro “¿Separación del mundo?”, 25 de mayo 2020, 17, Instituto de Estudios Críticos, México. Coordinado por Gerardo Muñoz.

Hasta ahora, el capitalismo mundial solo se había encontrado con obstáculos internos, momentos críticos que emanaban de su propio movimiento. En los tiempos del paradigma revolucionario se pensaba que esas crisis, acompañadas de una praxis política, lo conducirían a su derrumbe o conclusión. Más tarde se supo que los caminos de la revolución reconducían trágicamente a un retorno del capitalismo en una nueva forma política. Actualmente, el capitalismo enfrenta una nueva cuestión que promueve, como se puede apreciar en distintas opiniones, la idea de una tormenta perfecta:

1) Por primera vez en la historia, el capitalismo se encuentra con una catástrofe sanitaria mortal de escala global que desnuda sus ficciones constitutivas. No encuentra ningún organismo mundial ni pacto internacional ni acuerdo entre Estados que sea realmente eficaz contra la pandemia.

2) No hay, por ahora, categorías políticas ni filosóficas para poder pensar cuál será el modo de habitar el mundo que viene. Y esto tanto en el orden más singular y existencial de los sujetos como en los modos de comportamiento comunitario y el ordenamiento social. La pregunta que recorre esta cuestión es la siguiente: no solo hasta dónde la humanidad es capaz de aprender algo de las situaciones límites y traumáticas —tema que en la historia de la humanidad siempre ha sido puesto en cuestión— sino si eso que aprende el ser humano puede transmitirlo colectivamente, si deja una huella permanente en la vida social.

3) La extensión serial de la muerte, el automatismo en la distribución de cadáveres le roba a la propia finitud la experiencia singular del “morir propio”. Los efectos de esta situación son incalculables porque si bien los confinamientos en las sociedades donde esto es posible tienen la apariencia de lo hogareño, no dejan de participar en un aura de concentración y de metáfora bélicas.

4) Hasta ahora, la humanidad simula dar una “guerra” contra el virus mientras permanece en silencio la disputa, el antagonismo sobre quiénes pagarán las consecuencias del desastre. El argumento de que la humanidad se proveerá ella misma de los recursos económicos en una nueva lógica distributiva sin que medie conflicto o antagonismo alguno es por lo menos ingenuo o reposa en una idea de supervivencia religiosa de la especie humana que la historia, al menos por ahora, no confirma. En este aspecto, habrá que volver a considerar qué eficacia simbólica aún posee el discurso de la religión. En estos diferentes puntos encontramos algunos de los argumentos que constituyen el interrogante del siglo XXI: el valor de la vida humana en la civilización construida en la Modernidad. Pero esta vez, como nunca ha ocurrido antes, depende de una elección forzada: emancipación o barbarie.