Hola, mi nombre es Hilda Lara Vásquez Villanueva. Actualmente soy una mujer con discapacidad visual. Ceguera total. Tengo 48 años. Soy casada y me considero profesionista independiente. Hace cinco años también por un accidente degenerativo, adquirí una discapacidad como movilidad limitada, así que hoy en día también me identifico como una persona con discapacidad motriz o una persona con movilidad limitada.
Considero que mi discapacidad ha sido algo trascendental para mi, para mi familia y para todas aquellas personas que me rodean, porque siempre he tratado de buscar el lado positivo a las circunstancias. Eso no siempre es posible. Hay que luchar mucho con prejuicios y con esquemas en donde el asistencialismo, el menosprecio y la minusvalía se hacen presentes. Ha sido muy difícil como mujer llegar a una autorrealización luchando con todos estos prejuicios, pero yo me siento plena y feliz.
Considero que lo he logrado cuando nací hace 48 años no había tanta información y mi mamá y mi papá eran muy jóvenes. Se puede decir que se casaron por mi culpa y en ese tiempo no existían diagnósticos tan claros ni tanta información al respecto. Mi mamá dice que lo único que hizo fue criarme con amor y brindándome la seguridad necesaria para que yo enfrentara siempre la vida.
Recuerdo muchas frases cuando era niña, por ejemplo, una vez que me puso a barrer y que yo le dije que porque yo era ciega no veía la basura, no, y no quería barrer. Yo recuerdo que tendría unos ocho años y me dijo pues aunque sea con la lengua de mi reina, pero tu barres, tienes que aprender, no puede ser inútil, a lo mejor puede ser floja pero inútil.
No tienes que aprender a hacer todo lo que todas las personas deben hacer. Poco a poco fui creciendo, me fui incorporando a los diferentes ambientes escolares y en la comunidad también. Recuerdo que una vez un vecino regañó a mi papá porque me compraron unos patines. A mí me gustaba mucho tomarme de la bicicleta de la parte de atrás de la bicicleta de mi hermana para que me siguiera y poder patinar y mi vecino, que tenía una hija de la misma edad que yo, regañó a mi papá y le dijo que por qué me compraba esos patines, que me iba a caer que me iba a lastimar.
Y mi papá me abrazó y me dijo Pues sí, se va a caer y se va a lastimar, pero se tiene que levantar y ella tiene que aprender a disfrutar la vida como es. Y eso lo valoro muchísimo porque en mi infancia yo creo que me terminé como tres pares de patines. Todo eso ha hecho que yo me haga fuerte y que entienda que la discapacidad es algo con lo que yo tuve que aprender a convivir, que las diferencias siempre iban a estar ahí y que la gente siempre iba a tomar un concepto erróneo de lo que yo quería justo que se tomara y que yo tenía que demostrar que independientemente de mi ceguera yo me sentía una niña, una adolescente, una mujer feliz y plena, que como todos, tiene defectos y virtudes, pero que siempre iba a buscar la oportunidad para realizar y hacer las cosas a mi estilo, como a mi me gustaban en la escuela, muchos maestros tampoco confiaban en mí y también me decían que por qué, si yo era una persona ciega, no buscaba escuelas especiales para ciegos y yo les decía que no sabía de escuelas especiales y que lo único que quería pues era aprender y que si ellos estaban dispuestos a enseñarme, yo iba a buscar la manera de de poder participar.
Siempre me destaqué, no tanto por las buenas calificaciones, sino porque era muy inquieta y participaba y trataba de compensar eso que los maestros llamaban esta deficiencia por no poder a lo mejor entregar mis cuadernos como ellos esperaban. Buscaba que los maestros me hicieran los exámenes de manera oral y afortunadamente tuve oportunidad de estar en escuelas todo el tiempo convencionales.
Cuando llegué a la universidad, la primera barrera que me topé cuando elegí mi carrera fue que me cuestionaran por qué elegí a la Licenciatura en Trabajo Social, si era una licenciatura y una carrera en donde la base principal era la observación. Y yo solo le respondí a la persona que me cuestionó que si yo no podía ejercer la carrera yo solita iba a desertar y yo solita iba a buscar alguna alternativa para seguir con mis estudios.
Afortunadamente hoy tengo ya casi 25 años de ejercer mi profesión y me siento muy satisfecha. No sé si sea la mejor ejerciendo el trabajo social, pero lo que sí es que estoy convencida que ninguna otra carrera me hubiera podido llenar tanto. Mi carrera es tan diversa como yo, es tan versátil como yo y me da tantas oportunidades como yo las quiero buscar.
Las personas nunca terminamos de capacitarnos y yo, además de tener una licenciatura, también tuve oportunidad de hacer una maestría. Hice algunos otros diplomados para complementar mi formación y mi profesionalización y siempre buscando oportunidades de crecer sobre todo porque la cuestión laboral es algo muy complicado. Creo que de todos los ámbitos en donde uno tiene que buscar oportunidades de desarrollo lo laboral es lo más difícil, porque independientemente de la escuela o la comunidad, son ambientes que de repente se pueden tornar transitorios y terminas la escuela y te vas o participas en algún espacio comunitario y te vas.
Pero en el trabajo no solo no te vas, sino que también tienes que estar compitiendo con otras personas y demostrando todo el tiempo que si te pagan es porque tú puedes también trabajar, al igual que tus compañeros. Creo que para las personas con discapacidad, entre mayores elementos, herramientas y recursos tengas a la mano, son de mayor trascendencia por ejemplo, el hecho de aprender a manejar las tecnologías, el hecho de saber perfectamente contar con todas las herramientas como el sistema braile el uso de grabadoras en aquellos tiempos que yo tenía y por supuesto el siempre entender que una persona con discapacidad tiene que ser en la medida de lo posible, lo más autosuficiente que sus condiciones le permitan. Para mí fue muy difícil empezar a salir sola. Yo creo que no solo para mí sino también para mis padres y mis hermanos. Pero cuando entendimos todos que era la única manera de poder salir adelante y que yo me sintiera satisfecha y que además continuara participar en ambientes que a mí me gustaban, como el deporte o el ambiente de los amigos, no encontramos ninguna otra alternativa más que justo eso, fortalecer los elementos que me dieran la seguridad para poder salir sola, el uso del bastón, aprender a usar el transporte público.
Y era mi papá quien me enseñaba en aquel entonces a andar sola en la calle. No era fácil ni para él ni para mí, pero fueron retos que poco a poco fuimos venciendo. Hoy en día, debido a mi limitación motriz, ya no salgo tanto sola, pero se entiende y yo he tratado de poco a poco asimilarlos. Creo que justo a partir de la adquisición de mi movilidad limitada me he dado cuenta mucho más de toda esta conciencia que nos falta como sociedad para aprender y comprender las necesidades de las personas con discapacidad.
Es indignante que tú llegues a un centro comercial y que los baños para personas con discapacidades sean ocupados por escobas, por trapeadores, porque nadie se imagina que una persona con discapacidad puede llegar al centro comercial y por supuesto, necesita ir al baño es indignante que los espacios reservados en los estacionamientos estén ocupados por personas que no tienen ninguna discapacidad y que solo digan que no importa que es por un momento y que cuando tú llegas a ocuparlos, que eres intolerante y que no comprendes que ellos también necesitan los espacios, no?
Y a las personas con discapacidad ¿quién nos comprende? A nosotros ¿quién nos brinda los espacios? A nosotros ¿quién nos da los elementos para que realmente podamos participar en igualdad y en equidad de circunstancias? Cuando decidí casarme y decidí elegir a mi pareja, tampoco fue fácil. Muchas veces te enfrentas al juicio familiar y aunque eso también es común en parejas que no tienen discapacidad, es mucho más fuerte.
Te cuestionan si tu discapacidad es hereditaria y no es la pareja quien te cuestiona, es la familia de manera indirecta. Incluso yo creo que hasta las familias de las parejas de mis hermanos en algún momento lo cuestionaron, no me lo dicen abiertamente, pero yo lo sé. Afortunadamente mi discapacidad no es hereditaria, y lo digo porque gracias a Dios, mis sobrinos y las personas que me rodean hasta el momento no manifiestan ninguna condición de discapacidad.
Lo importante no es que tengan o no discapacidad, lo importante es la interacción y la cohesión que hemos logrado como familia. El entendimiento que con los niños y los adultos yo he logrado y la participación que junto con mi familia hemos buscado para dignificar las condiciones de las personas con discapacidad. Ahora mis sobrinos que crecen que son estudiantes, algunos que son adolescentes cuando encuentran a una persona con discapacidad en la calle, independientemente de su condición, buscan apoyar, no ayudar pero sí apoyar.
O cuando les toca atender a alguien no les toca que alguien les pida apoyo, saben de qué manera y cómo poder apoyar de manera digna y conforme a derecho, sin tenerle lástima ni buscar que esa persona se sienta invalidada. Por el contrario, cuando yo les pregunto a mis primos o a mis sobrinos, si es que hablan de la discapacidad que vivimos dentro de la familia, pues la gran mayoría me contesta que se sienten muy orgullosos porque hemos aprendido juntos a ser una familia con otro tipo de valores y que también porque no, pues hemos encontrado una oportunidad para poder platicar de otras cosas con otras personas y buscar oportunidades en donde podamos compartir esta cultura de inclusión También hoy en día me desarrollo como profesionista independiente, una situación que no es nada fácil pero que sí buscamos que en cuanto nos sea posible poder o penetrar en proyectos en donde me pueda desarrollar profesionalmente, ya que ahora con mi movilidad limitada y aunado a la ceguera, pues es mucho más complicado buscar espacios de interacción y de participación laboral presencial.
Por eso hoy en día me dedico a la capacitación en línea, a la asesoría en línea y busco diseñar e implementar estrategias y proyectos que me permitan continuar sintiéndome productiva. Cuando a mí me preguntan que por qué no me dedico a descansar. Yo digo que para mí el trabajo y la oportunidad de seguir haciendo cosas e innovando es un descanso.
Afortunadamente, esas oportunidades son muy importantes. Y lo más importante en este sentido es que uno tiene que buscar las oportunidades, nadie te las da, nadie te abre las puertas y nadie te dice aquí hay trabajo, tú tienes que buscarlo, tú tienes que seguirte capacitando y tienes que seguir buscando las oportunidades para desenvolverte Siento que la discapacidad a mí me ha enseñado a ser fuerte, a transformarme, a reconstruirme y a diversificarse.
No hay que ser iguales, hay que ser diferentes, auténticas, disidentes. Yo me siento una mujer plena, realizada y que la gente me pregunta si alguna vez me han seguido violentando mis derechos. Por supuesto, pero soy una mujer informada y que no sé si empoderada, pero busco que ya las injusticias se cometan cada vez menos. Gracias por la oportunidad de poder expresar todas estas situaciones y espero que mi testimonio sea de utilidad para otras familias y otras personas con discapacidad que todavía buscan la aceptación de su familia y su comunidad.
Creo que es un proceso en el que todos debemos intervenir y en el que no, porque no nos acepten, no nos sintamos incluidos o no nos sintamos plenas, personas plenas y realizadas. Por el contrario, la aceptación y la plenitud viene de nosotros como personas y en ese momento empezaremos juntos a construir una sociedad más justa e incluyente.