La guerra
La gente emprendía poco, trabajaba poco. No había mucha iniciativa. Pero pasaba también que, si había dinero—lo que se llamaba «masita» por ejemplo, que cuando yo llegué eran como diez sucres diarios—pues la gente se conformaba con eso. Había muchos padres de familia aquí, tenían que pagar el estudio a los hijos y ese dinero ayudaba para eso. También ayudaba para la alimentación, el vestido, un par de zapatos, etcétera. Luego la masita aumento a 300 sucres al mes. La persona que hacía algún trabajo como el que yo hacía, recibía 600 sucres, más los 300 que se recibía por persona, pues ya eran 900 sucres al mes.