Actualidad

Turismo y crisis laboral en Quintana Roo

La angustia que se vive en los destinos turísticos no es algo nuevo debido al evento de la contingencia sanitaria, sino que es producto de la continua inestabilidad que sufre el capital humano en los centros de hospedaje, un reflejo más de la precariedad laboral en el turismo. Este breve escrito tiene como objetivo recoger la opinión de algunos actores importantes en el desenvolvimiento de un destino turístico que a nivel estatal superaba los doce millones de turistas anuales al cierre de 2019.

A pesar de ser uno de los sectores con más productividad y aporte al Producto Interno Bruto (PIB) en México, la situación actual cuestiona la responsabilidad social empresarial en la contratación y las pocas prestaciones que se ofrecen como producto de la flexibilidad,[1] un método por el que se contratan a otras empresas para el reclutamiento y administración de los recursos humanos que operan en las cadenas hoteleras de mayor prestigio, principalmente en las zonas costeras, como es el caso de Quintana Roo.

Quizás esto sea un reflejo de las clases sociales, como lo aseguran Alabao, Cañada y Murray,[2] en donde los más desprotegidos e inseguros en materia laboral son aquellos trabajadores que han sido subcontratados o han firmado una salida forzada por un periodo de un mes, es decir, han sido obligados a tomar “vacaciones forzadas”. Esto nos hace pensar en los brincos o evasiones legales por parte de los empresarios hoteleros en tiempos de crisis, y que han encontrado en la Ley Federal de Trabajo algún tipo de respiro en este compromiso laboral a través del lo que dicta el artículo 427 fracción VII y en el artículo 429 fracción IV.[3] Teniendo esto en cuenta, se podrían producir despidos masivos en Quintana Roo, excediendo los 300 mil, cifra que avecina una crisis laboral, como argumenta Eduardo Lliteras en La Jornada Maya:

Evidentemente, estamos ante el inicio de una crisis de final aún impredecible. Pero si los empresarios hoteleros despiden así gente y exigen para ellos trato preferencial a escasas una semana y media de que el coronavirus comenzó a hacerse presente en la región, ya podemos imaginar lo que viene en los próximos días, semanas y meses. Un horizonte negro, del que pueden salir peor, muchos empresarios, si el conflicto social se exacerba, escala y se torna incontrolable.[4]

El caso de Quintana Roo y en específico el de la Riviera Maya, en este periodo de contingencia sanitaria, ha dejado mucho de qué hablar sobre la disposición empresarial y su nulo compromiso con sus colaboradores. Por lo tanto, con el apoyo de un método cualitativo-descriptivo en donde se trabajan dos categorías de análisis (Subcontratación y Turismo) se enviaron preguntas vía Whatsapp y se pidió a los interlocutores su reflexión sobre el tema. Mediante la herramienta de la reflexividad se pudo observar una seria crítica sobre los métodos de subcontratación en el turismo. Bajo este orden de ideas, uno de los actores explica lo siguiente:

 En mi opinión la situación laboral para quienes no tienen un empleo público o “base o planta” en la iniciativa privada, es de una total incertidumbre y de fundado temor a perder la fuente de empleo y, por ende, de ingresos que le permiten al trabajador y a su familia la subsistencia. La gran mayoría de los trabajadores en la industria hotelera trabajan bajo esquemas de contratación que les propician nula estabilidad laboral. En este periodo de contingencia por el COVID-19 se están realizando despidos injustificados, escudándose en la subcontratación, que permite a la empresa principal evadir cualquier tipo de responsabilidad legal (Abogado 2).

La subcontratación incita la vulneración de los derechos laborales conferidos por ley a los trabajadores, propicia la incertidumbre y la falta de estabilidad laboral. En el sector turismo (centros de hospedaje, restaurantes, bares, etc.) es muy frecuente en el uso del esquema de la subcontratación para poder despedir trabajadores, engañando a la ley, en las temporadas bajas de turismo o en épocas como que la enfrentamos ahora de contingencia de sanidad mundial (Abogado 1).

El nulo compromiso por parte de los empresarios ha dejado entrever una problemática latente en la industria turística —donde se han vulnerado los derechos laborales— y, por ende, un desperfecto en la construcción social de los destinos anfitriones. Quintana Roo es considerado uno de los polos turísticos con mayor oportunidad laboral y uno de los tres primeros con mayor migración rural-urbano y urbano-urbano. En ese sentido, muchas familias optan por cambiar su residencia y apostar a un nuevo tejido social. Bajo este panorama, una profesora de ciencias sociales del sector universitario, experta en temas de turismo y capital social, argumenta en torno al conflicto sanitario lo siguiente:

 Creo que es un resultado del mismo sistema económico que permite a las grandes empresas trasnacionales tener estos esquemas laborales, donde los grandes mandos son ocupados por capital humano extranjero y la mano de obra barata es la gente local. Esto nos habla de la fragilidad del modelo turístico de nuestro país, en el cual no se tiene una certeza ante contingencias sanitarias como esta, pero que también se puede replicar en contingencias naturales como un huracán, una inundación o un terremoto, dado el caso. También habla de la fragilidad de la estructura social que se vive en destinos turísticos en los cuales hay un alto índice de migración en busca de mejores oportunidades laborales y que genera una estructura social muy heterogénea donde hay diferentes modelos de vida. Entonces, la gente se empieza a comprometer más con la estructura económica a través de sus puestos laborales en el turismo y, al haber este tipo de contingencias, los trabajadores del sector turístico terminan siendo mano de obra desechable. Y no solo le va a pegar al sector de gran turismo, incluso el quiebre de pequeños negocios turísticos se verá afectado en este periodo y se magnificarán los problemas sociales que de por sí ya existen en los polos turísticos como el narcotráfico, delincuencia, drogadicción, prostitución (Angela).

La situación social de los trabajadores del sector turístico de hospedaje, sin duda, ha colapsado y es una una seria preocupación de los involucrados de forma directa en este problema de sanidad mundial. Aunque no se trata de una entrevista frente a frente —Bourdieu[5]  plantea que “basta con leer algunas entrevistas para ver todo lo que separa los discursos arrancados fragmento por fragmento de los encuestados” (p.7)— el método logró la evidencia de la desolación de algunos trabajadores al expresar su opinión en esta era de caos.

Pienso que muchas empresas están tomando medidas drásticas como despedir a las personas sin ningún retorno, mientras que otros empresarios buscan mantener su recurso humano, haciéndolo parte de la situación. ¿Cómo? Disminuyendo el sueldo a la mitad y en otros casos mandando a descansar por cierto tiempo y después la otra parte. Con esto nos damos cuenta de que en la empresa somos una pieza más (Practicante de recursos humanos de un centro de hospedaje en la Riviera Maya).

Nosotros que trabajamos en el turismo y vivimos de ahí es una situación lamentable, ya que al momento de estar cerradas las empresas se pone cada vez más difícil (Mesero de un centro de hospedaje).

Como cierre a este escrito desalentador pero con fuentes certeras, se puede decir que el turismo ha sido visualizado como una vía de acumulación de capital de las grandes corporaciones en Quintana Roo, ha desprotegido a su planta laboral, dejando ver los verdaderos intereses de cadenas hoteleras internacionales que han sido pocos solidarias con la fuerza de trabajo del destino anfitrión. Sin embargo, lo que más nos hace reflexionar es: ¿qué pasará con los 107,128 cuartos que se ofertan en la entidad? ¿Realmente el sistema turístico caerá o simplemente se diversificará y segmentará su demanda a costos más altos? ¿Cuál será el costo social de esta crisis sanitaria y cómo se irán recuperando los puestos laborales de destinos emblemáticos como Cozumel, Cancún, Isla Mujeres y Riviera Maya?

 

[1] Véase J. L. Bosch, S. Suárez & G. Olivares, “La importancia de la generación de empleo como dinamizadora del desarrollo local en un centro turístico. Caso: San Carlos de Bariloche”, en Aportes y transferencias, 8(2), 2004, pp. 25-44.

[2] N. Alabao, C. Ernest & I. Murray, “Una pandemia con sesgo de clase”, 19 de marzo de 2020, recuperado de: www.albasud.org/blog/es/1195/una-pandemia-con-sesgo-de-clase

[3] El artículo 427 en su fracción VII establece que “La suspensión de labores o trabajos, que declare la autoridad sanitaria competente, en los casos de contingencia sanitaria”; siguiendo esta línea, el artículo 429 establece que “En los casos señalados en el artículo 427, se observarán las normas siguientes” fracción IV: “Si se trata de la fracción VII, el patrón no requerirá aprobación o autorización del Tribunal y estará obligado a pagar a sus trabajadores una indemnización equivalente a un día de salario mínimo general vigente, por cada día que dure la suspensión, sin que pueda exceder de un mes”.

[4] Eduardo Literas, La Jornada Maya, 23 de marzo de 2020.

[5] Pierre Bourdieu, “Comprender”, en La miseria del mundo, FCE, Buenos Aires, 1999, pp. 527-543.