De cuando Marx importunó a Lacan. Una genealogía posible del plus-de-jouir
por Helena Maldonado Goti
El libro De cuando Marx importunó a Lacan. Una genealogía posible del plus-de-jouir, escrito por Fernando Barrios y Sandra Filippini, tiene la virtud de generar herramientas de trabajo para quienes se han dedicado a seguir detenidamente la enseñanza de Lacan, de tal manera que se puede pensar como una especie de lámpara que alumbra el camino de los a veces oscuros e intrincados recovecos de la trayectoria del psicoanalista francés.
El libro consiste de dos partes. En la primera, durante once capítulos los autores despliegan una serie de reflexiones que ubican muy puntualmente las coordenadas históricas de producción del plus-de-jouir. En la segunda, se dan a la tarea de señalar los lugares específicos, en los seminarios de Lacan, donde se pueden encontrar las menciones y los desarrollos del término. Así pues, el libro puede ser usado también a modo de un mapa de lectura. Las citas se encuentran en francés y en español, lo cual resulta fundamental para poder llevar a cabo un trabajo más fino y preciso.
Ahora bien, la segunda parte del título del libro anuncia a los lectores que se trata de una genealogía posible del término, aunque curiosamente los autores no explicitan a qué se refieren con genealogía. No obstante, una vez que entramos en materia queda claro que no dan por hecho, cosa que sucede frecuentemente, que genealogía sea sinónimo de historia, y al mismo tiempo tampoco se podría decir que los autores consideren que la genealogía se opone a la historia. De tal manera que podemos decir que realizan cabalmente un trabajo genealógico en el sentido nietzscheano del término. Recordemos cuando Foucault en su texto Nietzsche la genealogía, la historia dice que “la genealogía es gris, es meticulosa, es pacientemente documentalista. Trabaja sobre sendas embrolladas, garabateadas, muchas veces reescritas”. [i]
Y es así que este texto trabaja a partir de las sendas trazadas por Lacan en su invención del plus-de-jouir, pero no tanto ubicando una linealidad histórica sino más bien mostrando las contradicciones, los choques, los azares de la producción y los momentos críticos de la invención del término en el contexto de su época. Solo por eso, leer este texto tiene la capacidad de generar en aquellos lectores que rehúyen de los lugares comunes, una cierta emoción derivada del cuidado con el que se detienen en las contradicciones. Un cuidado que procura dejar abiertas las problemáticas y sostener las preguntas incómodas para poder así resaltar la precariedad de los términos y la riqueza de lo inacabado.
Al detenerse en las dificultades que los autores encontraron con la traducción del término plus-de-jouir del francés al español, el texto abre un campo para replantearse la manera en cómo pensamos la traducción. Es decir, da pauta para volver sobre la pregunta ¿qué es traducir?, una pregunta que después de la publicación del texto de Allouch titulado Letra por letra. Traducir, transcribir y transliterar[ii] quizá ha quedado opacada en el campo de la práctica analítica. No obstante, y sin quitarle valor a la transliteración, la tarea de traducir no por eso deja de ser compleja, ya que no solamente remite a una cuestión de sentido.
Barbara Cassin, por ejemplo, piensa la traducción más en términos de lo intraducible. Es decir, de la función y de la importancia que tiene eso que no deja de no traducirse y que opera en todo acto de traducción. Así que bien valdría la pena volver a plantearnos la forma en que pensamos la traducción. En ese sentido, creo que la posición de nuestros autores al respecto es muy interesante porque una vez que nos muestran una serie de dificultades con las traducciones que circulan entre los distintos establecimientos de los seminarios de Lacan en relación con el plus-de-jouir, optan por mantener el término en francés, pero para subrayar que las traducciones que se han hecho del término, ya sea como plus de goce o como plus de gozar, no solo fracasan al disolver el vínculo con la plusvalía, sino también al soslayar que plus en francés no solo quiere decir más, sino que también quiere decir todo lo contrario: no más, basta. Entonces plus de jouir se puede traducir también como no más goce o basta de goce. Lo cual nos llevaría a pensar que se trata de algo que tiene que ver también con la renuncia.
El texto avanza un poco más y nos lleva a tomar en cuenta algunos elementos propios del contexto de la producción del término. Sobre todo, alude a las discusiones de la época entre Lacan, Goldman, Foucault y Althusser.
Podemos muy bien apreciar en el texto que existió, como dicen ellos, un intenso tráfico y esto también por parte de Althusser, Goldman y Foucault, no solamente por parte de Lacan, de términos y conceptos, los cuales, sin embargo, adquirieron distintas connotaciones en cada uno de ellos. Es decir, no porque Foucault hablara de discurso o de sujeto se estaba refiriendo a lo mismo que se refería Lacan con discurso o sujeto. De hecho, los autores se detienen en este punto para introducir una discusión no menor sobre el lugar de la teoría y el discurso en la práctica del psicoanálisis, señalando de manera atinada que en psicoanálisis se trata del decir y que Lacan en su decir estaba ocupado en dar cuenta de la estructura del discurso analítico en relación con el plus-de-jouir, los significantes y la producción del sujeto. A diferencia de Foucault, que estaba interesado en los dispositivos de poder y la manera en cómo los discursos operan en esos dispositivos, o de Althusser, que se concentró más en la forma en cómo los individuos son soportes de las funciones sociales, Lacan, en cambio, estaba más enfocado en cómo era que el plus-de-jouir y “su localización en el discurso analítico evidencia la función del sujeto y del objeto en relación con el analista”.[iii] La preocupación de Lacan es mucho más microscópica, digamos, o molecular, como dirían Deleuze y Guattari. De esta manera los autores sostienen que Lacan, en su decir y de manera performática, evidenciaba el real en su relación con el simbólico.
Es sumamente interesante pensar que el plus-de-jouir no es un concepto terminado. Es más, de hecho, los autores no creen que sea por la vía del concepto que haya que pensar la cuestión, sino más bien por la vía de una producción que transita en las fronteras entre estos registros y que se puede localizar en el decir. Esta manera de plantearlo, inyecta vida a la experiencia del análisis y a las invenciones lacanianas, acercando a Lacan mucho más a Marx que a Hegel.
Uno de los capítulos más interesantes, pero que al mismo tiempo resulta más problemático, es el que se titula «La risa en la economía del goce», donde Sandra y Fernando se centran en la sorpresa que le causó a Lacan, dicho así por él mismo, encontrar en Marx ese rasgo tan peculiar, refiriéndose con ese rasgo a la risa irónica del capitalista que conjuga la elisión de la risa con la función eludida de la plusvalía. Lacan aquí comenta que Marx señalaba irónicamente la ganancia y la pérdida constitutivas de la plusvalía, y que ésta se produjo en el cambio del modo de producción artesanal al modo de producción industrial.
La cita que introducen nuestros autores dice así: “Lo que destaco yo mismo no había podido decirlo antes. Esto es la conjunción de la risa con la función radicalmente eludida de la plusvalía, cuya relación con la elisión característica que es constitutiva del objeto a ya indiqué lo suficiente. El sobresalto, la conmoción… el tejemaneje que nos sorprende en el vientre del efecto del chiste, todo eso gira en torno de la profunda relación entre la elisión y la risa”.[iv]
Traigo esta cita para subrayar el uso de los términos eludido y elisión porque es posible que se trate de un error. Puede que sea un lapsus de Lacan o un error de transcripción. En francés, en la versión de Staferla, está igual. Quizá no es tan importante y sea solo un matiz muy sutil pero que nos puede dar elementos para pensar en torno a esta aparente contradicción entre la renuncia al goce y la ganancia, ya que eludir en el diccionario de la RAE es evadir, en cambio elidir que viene del latín elidĕre (‘arrancar’) se define como frustrar, debilitar o desvanecer algo, y en fonética se le llama elisión a la operación mediante la cual se suprime la vocal con que acaba una palabra cuando la que sigue también comienza con vocal, por ejemplo «a el gato» se dice «al gato». Entonces no es lo mismo evadir la plusvalía que frustrarla o debilitarla, o incluso desvanecerla o suprimirla. En el párrafo donde citan a Lacan dice elusión de la plusvalía y elisión de la risa. Creo que Lacan se está refiriendo más bien a la elisión que es la característica que es constitutiva —dice— del objeto, porque en ningún momento se trata de eludir, sino de elidir la plusvalía. Así pues, resulta interesante que diga que hay una relación profunda entre risa y elisión porque lo que muestra es que en la risa hay algo que quedó suprimido y conservado. Suprimir y conservar son las principales características de la dialéctica hegeliana, pero lo importante aquí es que al mismo tiempo algo se ha metamorfoseado. En términos marxistas, la plusvalía es el excedente de trabajo no pagado del trabajador y es ese excedente el que se transforma en la risa. En todo caso, la operación de elidir en términos fonéticos parece muy ilustrativa de lo que sucede tanto en la plusvalía como en el plus-de-jouir.
Así pues, el texto es riquísimo no solo por todo lo anterior sino sobre todo por su aspecto performático. Los autores señalan que habríamos de pensar que cada vez que Lacan hablaba del plus-de-jouir hablaba de manera distinta, produciendo, dicen, pequeños corrimientos con respecto a las otras veces que había hablado del plus-de-jouir.
Una cosa más que también resulta interesante es que Sandra y Fernando al final del texto vuelven sobre su método que es un método fragmentario, pero pensando el fragmento más del lado del término «figura» de Barthes, como retazos de discurso o como el gesto del cuerpo sorprendido en acción.
Para concluir, este es un trabajo que, en tanto lectora, me resonó en el cuerpo a tal grado de sentir unas inmensas ganas de danzar. Me recordó a Zaratustra cuando dice “¿No se les han regalado acaso a las cosas los nombres y sonidos para que el hombre se reconforte en las cosas? Una hermosa necedad es el hablar: al hablar el hombre baila sobre todas las cosas ¡Qué agradables son todo hablar y todas las mentiras de los sonidos! Con sonidos baila nuestro amor sobre multicolores arcoíris”.[v] Espero sinceramente que a cada uno de ustedes este libro los lleve de manera ligera por caminos lúdicos y productivos.
[i] Michel Foucault, «Nietzsche, la genealogía, la historia» en Microfísica del poder, La piqueta, Madrid, 1992, p. 7.
[ii] Jean Allouch, Letra por letra. Transcribir, traducir, transliterar, Epeele, México, 2009.
[iii] Fernando Barrios y Sandra Filippini, De cuando Marx importunó a Lacan. Una genealogía posible del plus-de-jouir, Escolios, Montevideo, 2021, p.14.
[iv] Ibid., p. 70.
[v] Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie, Altaya editores, 1993, p.299.