El 7 de octubre del 2023, milicias de Hamás y otras organizaciones lanzaron miles de cohetes contra Israel e incursionaron en territorio israelí, donde asesinaron arteramente a centenas de personas, hirieron a una gran cantidad y secuestraron a un número aún indeterminado de ciudadan_s israelíes –beduinos además de judíos– así como a ciudadanos mexicanos y latinoamericanos, niños, adultos mayores y personas con discapacidad. Tales ataques contra la población civil son crímenes de guerra injustificables y su celebración es inaceptable. Los milicianos vulneraron a activistas israelíes por la paz, considerados por Hamás como meros “ocupantes”. También asesinaron y secuestraron a turistas provenientes de varios países que participaban en un festival de música. Dicha organización pretende establecer un Estado islamista en todo el territorio IsraelíPalestino, sin “infieles”: judíos, cristianos y musulmanes que no se atengan a su interpretación de la ley islámica.
Nos queda la palabra
«Tenemos que reconciliarnos, que perdonar a muchas personas y que juzgar a otras. Y siento que solo lo podremos hacer si sabemos de verdad qué nos ha ocurrido, quién ha muerto, por qué, quién lo mató, qué quería, quién lo solapó. Porque los auténticos narcotraficantes no están en la prensa, sino que son unos empresarios muy ricos que están blanqueando dinero y haciendo negocio con el dolor de todos nosotros. Hasta que eso se entienda, se haga público y de algún modo se detenga, es imposible acabar con esta guerra. Por eso es que tenemos que dejar escrita nuestra memoria de lo que está ocurriendo». Eso nos dijo Lolita Bosch durante una entrevista. En 2015.
I left my eyes behind
«Starting from my own experience with radical Islam in Egypt, this film is made with Yazidi, Christian and Muslim refugees Daesh forced to flee to camps in Iraqi Kurdistan.» Our filmmaker, poet and essayist continues: «It gathers their testimonies and transforms them into poetic creations. The two pillars of the film are the imagination and testimonies of the participants. By becoming involved in an artistic process that unleashes their vital energy, the film’s characters will take their place in the world as subjects once again, and not just victims. I’m a Muslim —as is written on my Egyptian identity card. In the name of this description that I don’t accept (at least not as an identity by which I define myself), I feel responsible. I need to reply in my own name, and in the name of the world in which I grew up. I have to respond to the injustices done, in the name of the religion of my father, my mother, my sisters and my brothers.»