Actualidad


Abordajes de actualidad

Nuestra economía

Desde 2001, 17, Instituto de Estudios Críticos ha mantenido la política de sostenerse autónomamente. Aunque ha recibido apoyos públicos, privados y fondos de cooperación para proyectos específicos, no depende de subsidios, inversionistas, ni fondos internacionales. De ahí que las aportaciones económicas de sus estudiantes (bajo la forma de donativos, extendidos a nuestra Asociación Civil) sean decisivas para asegurar la independencia intelectual del proyecto. Así debe sostenerse la crítica en una sociedad, pensamos: sin depender del Estado, del Mercado, ni de instancias orientadas por sus propias agendas. El reto es grande, ¿cómo lo logramos? En primer lugar, destacando entre nuestros participantes la importancia de la colaboración económica en la dimensión colectiva. En segundo lugar, ofreciendo diversos mecanismos para evitar que el dinero sea un obstáculo para quien desee formarse con nosotros. En tercer lugar, ofreciendo una serie de servicios que fortalecen nuestro quehacer. Hoy, además, instalamos el Ensamble Crítico, una alianza social y económica de alcance latinoamericano cuyo fin es fortalecer los sectores cultural, académico y social de nuestra región.

Nuestros estudiantes

Las, los, les estudiantes del Instituto tienen formaciones y trayectorias muy diversas, son de distintas edades y viven en diferentes ciudades y países — México, Colombia, Ecuador, Perú, Costa Rica, Chile, Argentina, Brasil, Estados Unidos, España. Su riqueza colectiva es la mayor fortaleza del Posgrado en Teoría Crítica. Inquietos, formados a menudo en dos o tres campos distintos, con intereses diversos –frecuentemente considerados «incompatibles» en otros entornos–, suelen sentirse interpelados por el panorama actual y abrevar en el pensamiento y la creación contemporánea en su búsqueda de respuestas y alternativas a la oscuridad del presente. Dada su singularidad, no nos referimos a ellos con el sustantivo «alumnos», sino solo con el verbo «estudiantes». Del mismo modo, son atendidos y entendidos de uno en uno en nuestros programas, seguimientos académicos y mecanismos administrativos. Por eso no formamos cuadros: promovemos rutas únicas a ser transitadas por ellos a través de nuestra siempre cambiante oferta formativa. Sumados a todos quienes siguen nuestras actividades de cerca o de lejos, nuestros estudiantes y egresados forman parte de la Caravana del Instituto, la comunidad que ha formado a lo largo de los años, enormemente diversa, móvil y en constante transformación…

Nuestra naturaleza

17, Instituto de Estudios Críticos no es una universidad, en efecto. Se concibe a sí mismo como una posuniversidad; es decir, un dispositivo que, al tiempo que asume con pasión y a cabalidad su compromiso con la formación de estudiantes de posgrado, no olvida su responsabilidad frente a la generación de una comunidad de pensamiento y acción –denominada la Caravana– capaz de confrontarse con el saber desde la posición de quien comprende la obligación de interpelarlo en nombre de la oscuridad de lo contemporáneo. Forjada y puesta a prueba como experiencia a lo largo de los últimos veinte años, la posuniversidad, concepto y praxis, sugiere algunas respuestas en nuestra convulsa actualidad: a los abismos enfrentados por la investigación, la enseñanza y la edición, hoy y hacia el porvenir; a la urgencia de instituciones críticas en todos los ámbitos, como contrapeso a las tendencias criminales, autoritarias y ecocidas que arrecian —y que la contingencia pone tan de manifiesto—; a la necesidad de diversificar hoy, de nuevo, los modos de la vida colectiva. Hacedora de mundos, inscriptora de futuros, la posuniversidad es giro, es ensamble, es lazo.

Aclarando mi garganta

Los estudios sobre la discapacidad proponen una nueva manera de pensar dicotomías como persona capacitada–persona discapacitada, persona normal–persona anormal. Su argumento principal es que cada persona es discapacitada. Esto quiere decir que todas las personas llevamos discapacidad dentro de nosotras. Eventualmente envejeceremos y, por consiguiente, nuestro cuerpo envejecerá también.

 

Cueva-Academia-Cueva. O de las vicisitudes de un oso en la Universidad

Escribir, para mí, siempre fue una manera de jugar y, en el proceso de ese juego, una manera de quererme, de encontrarme conmigo, de saberme yo. Un poco en contra del siglo XXI que le pone precio, código de barras y vencimiento a cada espíritu humano, escribir es y ha sido desde siempre mi forma de luchar contra eso. Pienso …