Lepra en el siglo XXI / Leprosy in the 21st Century

Between care and struggle: women who claim their right to be citizens — an interview with Beatriz Miranda- Galarza

Care as an Invisible Duty

In the course of everyday life, care has been woven into the very essence of womanhood. Women have traditionally been seen as guardians of family well-being—a task taken for granted, rarely acknowledged, and almost never questioned. However, what happens when those women who care also need care themselves?

This is the question that underpins the conversation with Dr Beatriz Miranda-Galarza, Special Rapporteur on the elimination of discrimination against persons affected by leprosy (Hansen’s disease) and their family members, whose research exposes the invisible layers of oppression weighing on women affected by leprosy.

«The first thing that catches my attention,» says Beatriz, «is that many women are unaware that their rights being being violated by assuming the role of caregivers even though they are ill.» This lack of consciousness does not stem from resignation, but from the absence of spaces for discussion and information. In many contexts, care becomes a self-imposed burden, normalised under the belief that being a woman implies watching over others—even at the expense of one’s own health.

Between stigma and silent resistance

The stigma surrounding leprosy is usually represented by passivity, as if the affected persons were victims with no agency to take action. However, Dr Beatriz Miranda-Galarza insists on looking beyond victimisation to discover the multiple forms of resistance that emerge even in the most oppressive contexts.

One of the testimonies that left the deepest impression on her was that of a woman in Nepal who, after being ostracised by her community, because the disease affected her mother, father, and her, decided to leave her village to rebuild her life. «I had two options,» the woman said. «Stay and let myself be destroyed or go out and fight.» Beatriz emphasises that this decision was possible because the woman had participated in community meetings, where she was able to understand that the experience she was living through was not inevitable, but a consequence of the social structures that surrounded her.

In Brazil, another woman found a subtle strategy of resistance. After completing her medical treatment, she began inventing follow-up appointments to leave her home and escape—even if it was for a few days—from the violence of her husband. «These small acts are strategies of resistance,» says Beatriz, «invisible forms of survival that allow women to imagine other possibilities of life».

Sabrina Dangol

Demedicalise to humanise

One of the greatest challenges faced by women affected by leprosy is that their condition continues to be addressed exclusively from a medical perspective, reducing their lives to diseased bodies. «Leprosy is not just a health problem,» affirms Beatriz, «it’s primarily a human rights issue». This medicalised approach has served to justify social exclusion, but also to limit the scope of public policies that should protect those affected.

Demedicalisation does not imply denying the importance of health access but broadening the perspective to recognise women as citizens with economic, social, and political rights. Countries like Brazil have made progress by integrating leprosy care into their social protection systems guaranteeing not only medical treatment, but also improving the protection of the political and social rights of those affected.

When the state stops looking: the fight for citizenship

Paradoxically, the misinterpretation of the WHO’s 1991 resolution to eliminate leprosy as a public health problem has also had negative effects on the lives of those affected. The decline in reported cases has served as an excuse for states to stop being accountable and to reduce investments in support policies. «The state changes because there is pressure, not because it is good,» Beatriz emphasises.

The recognition of women affected by leprosy as citizens worthy of rights will only be possible if social movements manage to break the isolation and weave alliances with other collectives. In countries like Senegal, the creation of community networks has allowed affected individuals to engage in dialogue with the government to monitor the implementation of public policies. These experiences show that the struggle for full citizenship cannot be fought in solitude—it requires collective action.

Lepra en el siglo XXI
Beatriz Miranda Galarza, Escucha, Francisco de Asís, lepra, Relatora Especial de las Naciones Unidas para la eliminación de la discriminación contra las personas afectadas por la lepra

II Informe de la Relatoría Especial sobre la Lepra (enfermedad de Hansen) en Naciones Unidas / Second Report of the Special Rapporteur on Leprosy (Hansen's Disease) in United Nations(2024)

Compartimos el segundo Informe de la Relatora Especial sobre la eliminación de la discriminación contra las personas afectadas por la lepra (enfermedad de Hansen) y sus familiares, Beatriz Miranda Galarza. El documento fué presentado en Naciones Unidas en la ciudad de Nueva York el 4 de noviembre del 2024.  Beatriz Miranda Galarza coordina las áreas de Estudios críticos de la discapacidad y de Estudios de la salud y las medicinas, el interés de este Informe es al menos doble: además de su contenido e inherente importancia, da cuenta de la pertinencia y utilidad de diversas conceptualizaciones y estrategias maduradas en 17, Instituto de Estudios Críticos.

We are sharing the second report from the Special Rapporteur on the elimination of discrimination against people affected by leprosy (Hansen’s disease) and their families, Beatriz Miranda Galarza. The document was presented at the United Nations in New York City on November 4, 2024. Beatriz Miranda Galarza coordinates the areas of Critical Disability Studies and Health and Medicine Studies. The significance of this report is at least twofold: in addition to its content and inherent importance, it highlights the relevance and usefulness of various concepts and strategies developed at 17, Instituto de Estudios Críticos.

Actualidad, Lepra en el siglo XXI
lepra, Relatora Especial de las Naciones Unidas para la eliminación de la discriminación contra las personas afectadas por la lepra

La escucha en un abrazo. La lepra importa ahora

Las Flores de San Francisco es una de las películas más conocidas de Rossellini. En ella, incluso desde la perspectiva del mismo director de cine italiano, la escena central es aquella que de manera dramática trae a la vida el abrazo en el que se abandona Francisco de Asís en su encuentro con una persona afectada por la lepra en su camino. Escena parecida se repite en los filmes de Zeffirelli Hermano sol, Hermana luna, o el de Liliana Cavani Francisco. El evento, este del abrazo, no es ficticio. Francisco murió el 3 de octubre de 1226. Un tiempo antes, pidió la escritura de lo que sería conocido como su Testamento. El primer párrafo de éste recoge dicha escena:


Así es como el Señor me dio a mí, Hermano Francisco, el poder de hacer penitencia. Cuando estaba en pecado, la vista de los leprosos era demasiado amarga para mí. Y el Señor mismo me guió entre ellos, y los compadecí y ayudé. Y cuando los dejé descubrí que lo que me había parecido amargo se convirtió en dulzura en mi alma y en mi cuerpo. Y poco después me levanté y dejé el mundo.

Las distintas biografías de Francisco de Asís resaltan este encuentro como aquel en el que ocurre un despertar interior y su decidido a lo que él consideraba el llamado de Dios. Para sus detractores, no sería éste sino un acto condescendiente que reflejaba la voluntad caritativa y asistencialista de ciertos sectores de la iglesia católica. Sin embargo, al repensar dicho encuentro y abrazo, hay una profundidad que solo puede ser examinada a la luz de lo que implicaba la lepra en el siglo XIII y lo que implica ahora.

Para nadie es desconocido que la etiqueta de “leproso” significó durante siglos, hasta no hace poco (seamos optimistas) la muerte política y social de una persona. La vestimenta característica de quienes eran afectados (una suerte de túnica hecha de tela de cáñamo), la campana colgada al cuello, una cruz y un recipiente para recoger comida, agua o dinero, aparecen en muchos relatos históricos occidentales. En otros contextos existieron distintas caracterizaciones de los afectados. Es de esta imagen acompañada por la sombra del desfiguramiento, del dolor y de la muerte, de la que Francisco de Asís y la sociedad medieval sienten rechazo y prefieren huir e ignorar. Mas, en cuestión de minutos, durante un encuentro del que decide no escapar, Francisco se sostiene en un llamado que él considera divino, y que no es sino el del reconocimiento de sí mismo como humano y del otro como la voz de Dios. El cuerpo lacerado de la persona con lepra se convierte así en palabra a la que Francisco decide escuchar a través de su abrazo. Luego de esto, narran los biógrafos del santo, Francisco junto con otros frailes de su congregación iniciaron el cuidado y el acompañamiento a personas afectadas por lepra, allí donde ellas vivían. Al hacerse cargo del sí dado al que llama su Creador, se hizo cargo del sí a sí mismo y a sus hermanos afectados por la lepra.

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 A menudo narro mi primer encuentro con el cuerpo lleno de llagas abiertas y purulentas de una persona afectada por la lepra: una señora de avanzada edad que vivía en un pequeño pueblo en Indonesia. Ella, cansada de la enfermedad –y de las miradas de rechazo, unas, y de conmiseración, otras– me extiende su mano y con una sonrisa sarcástica me dice: “¿Me va a dejar con la mano extendida?” Al ver la hinchazón de su cuerpo, las llagas en sus brazos y los dedos de sus manos encogidos a causa de la lepra que no fue atendida a tiempo, sentí el impulso de correr. De pronto, me encontré con su mirada desafiante, retándome a quedarme. Entonces, decidí tomar entre mis dos manos su mano, y le dije: “Claro que no”. Aquel evento no fue un despertar, en el sentido Franciscano: me sentí avergonzada por el miedo que me embargó en esa situación, por el disgusto que experimenté frente al olor de aquel cuerpo y a lo que mis ojos veían. Sentía que las supuestas herramientas con la que la vida me había preparado para enfrentar situaciones complejas a través de la relación con mis hermanos con “discapacidad”, se desvanecían en una suerte de rechazo al dolor humano y a la cercanía de la muerte. Sin embargo, el involucramiento con la lepra durante años –o, más bien, con las personas afectadas por la misma– fue despertando en mí la constante pregunta por cómo sanar heridas dejadas por la discriminación y exclusión que, como familia –en mi caso– vivimos hasta el día de hoy, y que personas afectadas por la lepra y sus familias aún experimentan en todo el mundo.

Por muchos años me he preguntado por el sentido de ese abrazo, sobre todo con el fin de ubicarlo en el contexto del trabajo con las personas afectadas por la lepra y con las personas con “discapacidad”. Sólo al reflexionar acerca de la interpelación provocada por la “discapacidad” (por ejemplo, a través del trabajo del ensamble de experimentación sonora Sentire, integrado por la agrupación musical Liminar y la compañía de teatro de sordos Seña y Verbo) que he interiorizado la comprensión de que la escucha se da a través de vías que no necesariamente son las del oído, y en ocasiones ni siquiera del cuerpo. Parecería una afirmación obvia, pero no lo es. De modo que, al abrazar el cuerpo de la persona afectada por la lepra, Francisco no solo toma conciencia de su propia finitud, sino también de su divinidad en tanto ser de escucha; y reconoce en la otra persona, la palabra, y por ende la humanidad de ésta.

Francisco y la persona afectada por la lepra, despiertan a una escucha que al ser abrazada se traslada a la acción. Cuando Francisco afirma “me levanté y dejé el mundo” se refiere a que escuchó lo divino y salió de un mundo que opta por apartar aquello que recuerda al cuerpo, su diversidad y su finitud, para abrazar un movimiento en que el reconocimiento del otro implica el reconocimiento de su derecho a la vida, su ciudadanía y la salvaguarda de su unicidad. Por otro lado, las narrativas sobre la lepra han presentado siempre a las personas afectadas como sumisas, receptoras y pasivas. El abrazo que da paso a la escucha solo sucede cuando el otro se convierte en palabra y se reconoce como tal. No hay escucha sin palabra, ni acción sin escucha. La escucha es un acto político. Al dejar entrar a Francisco en su aislado mundo, las personas afectadas por la lepra le comparten su día  a día, y le permiten reencontrarse consigo mismo y con su divinidad, que son sus semejantes. 

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La lepra es una enfermedad infecciosa crónica causada por Mycobacterium leprae. La enfermedad afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa del tracto respiratorio superior y los ojos. Si no es tratada, puede dar lugar a discapacidades. Las deformidades visibles son una de las principales causas de discriminación que influye en que –por temor al rechazo– las personas afectadas dejen de acudir en búsqueda de tratamiento y sostengan su participación social y política. La detección temprana y el tratamiento oportuno con terapia multifarmacológica pueden reducir significativamente el impacto físico de la lepra. Se trata de una enfermedad curable y, a diferencia de lo que suele pensarse, su contagiosidad es baja.

Para muchos gobiernos y personas, la lepra es una condición del pasado. Sin embargo, las estadísticas muestran lo contrario. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, en 2022 se registraron en el mundo 174,087 nuevos casos, de los cuales 39% afectaron a mujeres. Globalmente, fueron detectados 9,554 nuevos casos discapacitantes, entre los cuales 278 afectaron a niñas y niños. La mayoría de los países con altas tasas de detección de nuevos casos se encuentran en regiones de África y Asia sudoriental, aunque también existen casos en México, América Latina y sobre todo en Brasil. Mundialmente, en los últimos 20 años más de 16 millones de personas han sido tratadas.

Sin embargo, las cifras no dan cuenta de las prácticas discriminatorias y de exclusión que suelen golpear la vida de personas afectadas y sus familias, históricamente y hasta la fecha. En al menos treinta países perviven leyes discriminatorias de las personas afectadas; aunque no sean implementadas activamente, normalizan la violencia ejercida en especial contra las mujeres y los infantes. En nombre de la ignorancia que prima en nuestros países a propósito de la lepra, aún se despoja a las personas del derecho al trabajo, al acceso a servicios de salud, a la educación, a una relación afectiva. Por fortuna, cada vez con mayor frecuencia las personas afectadas por la lepra se reconocen como sujetos políticos y se organizan para defender su derecho a una vida con equidad.

En estos tiempos turbulentos e inciertos, urge que la lepra sea pensada de nuevo con el fin de que las personas afectadas recuperen su derecho a la escucha, al abrazo de su unicidad y a la ciudadanía. La lepra se juega hoy como una condición social y política en miles de nuevos casos anuales. Como desde tiempos inmemoriales, ¡la lepra importa ahora! 

 

Lepra en el siglo XXI
Beatriz Miranda Galarza, Escucha, Francisco de Asís, lepra, Relatora Especial de las Naciones Unidas para la eliminación de la discriminación contra las personas afectadas por la lepra