“Bruce Nauman: cuerpo, espacio y virtualización de la experiencia” de Pablo Posada Varela se centra en un análisis fenomenológico de la icónica videoinstalación Live-Taped Video Corridor (1970). Su génesis apunta al modo específicamente naumaniano de entender el performance como “representación formal”, a lo que contribuye la presencia de cámaras y monitores situados dentro de la instalación y que consigna la desaparición del autor de sus propias instalaciones. Así, la configuración del dispositivo permite —e incluso obliga— a que el espectador realice un performance y lo haga “a contracuerpo”. Llevada al límite por la instalación misma, señala Posada Varela, esta obra de Nauman revela las estructuras profundas de la experiencia gracias a una variación artística y estética que completa y radicaliza la variación eidética propiamente fenomenológica.
Creación
Experiencia de la inscripción
El viaje de Makina
“El viaje de Makina: identidades que se diluyen, lenguas maleables que surgen” de Luis Escamilla Frías sigue el viaje de Makina, protagonista de la novela Señales que precederán al fin del mundo de Yuri Herrera. Se trata de un viaje doble: en primer lugar, de México a los Estados Unidos, y en segundo, al mítico Mictlán nahua. La protagonista, un personaje en constante tránsito geográfico y lingüístico —señala Frías—, pone en cuestión las concepciones del espacio, las fronteras entre las lenguas y las rigideces identitarias. Al asumir a Makina como un puro devenir, el texto plantea un proceso de cambio permanente en las subjetividades de los sujetos migrantes.
Participación extrema
Muchos de los proyectos en espacio público de Superflex —o en su propia terminología, herramientas— se rigen por el concepto de “participación extrema”: un mecanismo de toma de decisiones colectiva que apunta a reconocer las tensiones de una comunidad heterogénea y diversa, pero sin situarlas artificialmente al mismo nivel. De esta manera, proyectos como Superkilen y The Bank interfieren en el espacio común para encender el debate de cómo puede y quiere relacionarse una comunidad con los elementos que construyen identidades y correlaciones.
Las calles de un continente en llamas
Cristian Aravena aborda uno de los momentos artísticos más interesantes en cuanto al posicionamiento estético y político en América Latina —la década de los sesenta—, desde las pulsiones sociales y artísticas que lo constituyeron, para visualizar así los entramados sensibles que se tejieron por el continente. Aravena se interesa en el emplazamiento de los mecanismos historiográficos clásicos, ya que —como lo señala— el arte, la pintura, la escultura, la literatura y el teatro fueron medios predilectos para dar cuenta de otros procesos de historización, acorde a los proyectos sociales revolucionarios emprendidos. En particular, el texto se centra en Isidora Aguirre, escritora, dramaturga y teatrista chilena que condensa gran parte de estas pulsiones o latencias epocales, y el legado que significan su archivo y sus obras.
Los mapas invisibles del lugar
Una serie de intervenciones en el espacio público, parte de la idea de que la identidad está, de alguna manera, determinada por el territorio. La artista Carme Nogueira se pregunta cómo pueden los habitantes ir más allá, mostrar todas las contradicciones y dibujar aquello que configura “los mapas invisibles del lugar”. El proyecto explora formas de lectura del lugar que incluyan otras perspectivas, que entiendan el lugar como algo no fijo, sino múltiple. Con base en esta premisa, Nogueira propone una serie de intervenciones mediante “objetos de interpretación espacial”, cuya finalidad es generar una relación, traducir o, por lo menos, acercarse a aquello que no es visible.






