De cara al sufrimiento, algo muy humano

Si sólo nos fijáramos en la apariencia externa de Carlos quedaríamos impactados por su cuerpo, sus movimientos involuntarios o su mirada penetrante.

Él se llamaba a sí mismo: Carlos, Charlie y yo.

Carlos era el hombre de profundos pensamientos, de gran cultura y de un deseo continuo de descubrir al mundo en el que vivía, lo que lo llevó a estudiar varias carreras y a terminar, después de muchísimo esfuerzo, la carrera de filosofía la cual le ayudó a desarrollar una visión del mundo muy personal.

Charlie era el nombre que le daban sus amigos y amigas, era el que albergaba sentimientos amorosos para todos, para todos los que se le acercaban.

Charlie era buscado por muchas personas para que simplemente los escuchara o para encontrar con él respuesta a sus problemas o inquietudes. Siempre tenía los brazos y el corazón abiertos para todos los que lo buscaban.

Yo era el hermano e hijo queridísimo por la familia. Aquél que con su actitud ante la adversidad de la vida nos enseñaba diariamente a encontrar el lado positivo de todo, absolutamente de todo.

Quien lo conocía quedaba marcado para siempre por su juicio, sus pláticas, sus bromas, su cariño para todos los que lo rodeaban.

Alguna vez alguien me preguntó si podía describir a mi hermano y yo le contesté: Carlos, Charlie y yo es el alma más libre que conozco aunque está presa en un cuerpo muy limitado.

Sara Luisa García Sabaté

 

(Nota: en breve, De cara al sufrimiento, algo muy humano será publicado íntegramente por Editorial Diecisiete en la serie Habitaciones).

L’image comme danse

En effet nous ne pouvons pas ne pas imaginer —au sens de «faire des images» et de les habiter— parce que nous ne pouvons pas ne pas nous exposer à l’ouverture infinie du sens et/ou du propre qui l’un comme l’autre et l’un dans l’autre ne peuvent pas être simplement donnés, posés dans une identité à soi. Tout simplement parce que cela n’existe pas: «exister» au contraire c’est être hors de soi, ce qui en toute rigueur ne veut rien dire car s’il n’y a pas de «soi» il n’y a pas non plus de «dehors».

Imagen como danza

La imagen como danza de Jean-Luc Nancy

La imagen danza porque “el lugar le falta”; ella no “permanece” “ahí” sino porque no tiene lugar “propio”: palabras móviles, movilizadoras del filósofo que hacemos nuestras. Resulta sumamente problemático omitir la residualidad inherente a la imagen, así como su constitutiva e insumisa opacidad. La imagen, la imagen misma, resta inaprehensible para cualquier rejilla dogmática, técnica, académica o política. Vérselas con la imagen es ir más allá de cualquier artículo de fe, como también de cualquier cálculo o estabilización. La imagen excede cualquier principio de autoridad y cualquier consumo. Son estos los términos que orientaron el coloquio “Las tres eras de la imagen” —que Jean-Luc Nancy abrió con esta intervención— convocado en 2015 con el Centro de la Imagen por 17, Instituto de Estudios Críticos, cuyas participaciones se reúnen en el libro Los cuerpos de la imagen, que puede ser adquirido aquí.

Tráficos

Hoy no están separados el crimen organizado y los mercados legales, sino que hay un solo mundo marcado por tráficos de todo tipo. El presente esclarecimiento de los tráficos ya anticipaba, en 2009, en la estela de la crisis económica de entonces, el resurgimiento fascista al que hoy asistimos: «El auge de los populismos en el mundo hace temer lo peor: nunca hay que olvidar que después de la crisis bursátil de 1929 vinieron 1933 y el trágico ascenso de un Hitler que atrajo a tanto canalla generado por el ultraliberalismo de aquel entonces».