Łiteratura. Una propuesta de 17, Instituto de Estudios Críticos

El pasado martes 26 de marzo de 2024 conversamos con Berenice Camacho y Miguel Ángel Quemain, en Primer Movimiento, programa que ambos conducen en Radio UNAM, en torno a la relevancia que tiene la literatura en la concepción del proyecto mismo de 17, Instituto de Estudios Críticos, así como también acerca de la actual rearticulación del área de Łiteratura, de sus propuestas más recientes y de su participación en los posgrados de Teoría Crítica del Instituto. De este diálogo surgieron algunas reflexiones sobre las cuales volvemos aquí.

¿En qué sentido pensar la literatura comporta una reflexión sobre la escritura/excritura, en tanto inscripción del significante en la cultura y, al mismo tiempo, en cuanto vaciamiento, hendidura de lo Real en el trabajo con lo Simbólico y lo Imaginario? ¿En qué sentido, además, ella involucra, más allá de la Biblioteca, como ordenamiento patrimonial del canon, una revisión del archivo para trazar en él nuevos recorridos y relecturas críticas? ¿Cómo se anudan estas interrogantes acerca de la escritura/excritura y a propósito del archivo, en la concepción de la literatura que proponemos en 17, Instituto de Estudios Críticos, y en los procesos para nosotros indisociables de creación e investigación que corresponden a esa “práctica de la letra”, según la definiera el psicoanalista Jacques Lacan? ¿Cómo se redefine el acercamiento a esos procesos en el marco de un modelo de formación especializada y extensión que se concibe a sí mismo como posuniversitario?

 

Las calles de un continente en llamas

Cristian Aravena aborda uno de los momentos artísticos más interesantes en cuanto al posicionamiento estético y político en América Latina —la década de los sesenta—, desde las pulsiones sociales y artísticas que lo constituyeron, para visualizar así los entramados sensibles que se tejieron por el continente. Aravena se interesa en el emplazamiento de los mecanismos historiográficos clásicos, ya que —como lo señala— el arte, la pintura, la escultura, la literatura y el teatro fueron medios predilectos para dar cuenta de otros procesos de historización, acorde a los proyectos sociales revolucionarios emprendidos. En particular, el texto se centra en Isidora Aguirre, escritora, dramaturga y teatrista chilena que condensa gran parte de estas pulsiones o latencias epocales, y el legado que significan su archivo y sus obras.